Ya han pasado los fastos de la Europa decadente y de los referendums no vinculantes. Es la hora de saldar cuentas. A la Esquerra antijuancarlista de Cataluña se le ha agotado la paciencia y esta semana vuelve a lo suyo: la reivindicación, el fuero y el chantaje. Ya no valen las sonrisitas, ni el marketing, ni el talante, ni el diálogos de besugos, ni siquiera las elucubraciones zapateriles de rigor. Las peticiones que una delegación del virrey Carod va a plantar al Gobierno Zetapé no son cuestiones secudarias ni triviales precisamente: 1) Publicación de balances fiscales entre autonomías; 2) Avance en el Federalismo Asimétrico; 3) Nuevo Estatuto; 4) Nuevo sistema de financiación; 5) Reforma del Senado; 6) Entrega de los "papeles de Salamanca"; 7) Traslado de la CMT a Cataluña; 8) Cambiar la Ley de Estabilidad Presupuestaria; 9) Paralización del Plan Hidrológico Nacional y 10) Paralización de la Ley de Calidad de la Enseñanza... Ahí es nada.
Realmente, ¿se ha parado alguien a pensar qué sucedería si un partido como el GIL, por el mero hecho de tener una cierta implantación en las costas andaluzas, podría hacer la más mínima exigencia de este tipo? La verdad es que nos hemos acostumbrado a que unos cuantos votos, realmente irrelevantes desde el punto de vista de su peso sobre el total de la población española, domeñen al primer Tancredo que pase por Moncloa.
Realmente, ¿se ha parado alguien a pensar qué sucedería si un partido como el GIL, por el mero hecho de tener una cierta implantación en las costas andaluzas, podría hacer la más mínima exigencia de este tipo? La verdad es que nos hemos acostumbrado a que unos cuantos votos, realmente irrelevantes desde el punto de vista de su peso sobre el total de la población española, domeñen al primer Tancredo que pase por Moncloa.
Lo que más rabia nos da de toda esta situación es que personajes como Pachi López y Madrazo en el País Vasco o Maragall en Cataluña hayan tomado un rumbo en la inequívoca dirección del extremismo separatista. Su decisión respecto a las reformas estatutarias y al concepto neonazi, perdón, nazi, de comunidad nacional, reman exactamente en la misma dirección que los partidos separatistas. El que éstos den el doble de paladas que los primeros, no exime a socialistas y comunistas de su altísima responsabilidad en la situación actual de ruptura de la nación española.
Autor: Smith
Publicado el 13 de marzo de 2005
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