viernes, 15 de diciembre de 2017

Elecciones vascas 2005. La cruda realidad de Pachi López


Dentro de unos días la sociedad vasca decidirá su futuro político para los próximos cuatro años. Todas las encuestas apuntan a que la coalición secesionista (por favor, después del Plan Ibarreche hay que llamar a las cosas por su nombre) PNV-EA va a ampliar su mayoría relativa, compartida de momento en el gobierno vasco con EB, un extraño partido comunista camuflado bajo genéricas siglas izquierdistas y que, rompiendo la tradicional costumbre sucursalista de los partidos comunistas, curiosamente no sigue las directrices del politburó madrileño. Madrid no es Moscú.


Pese a la estrategia publicista de Juanjo Ibarretxe, una figura “estelar” acapara el firmamento político vascongado en los últimos meses: Pachi López. El líder vasco enchufado por el polankismo es como es; los días pares ataca al PP y al PNV-EA, y los impares sólo ataca al PP. Él lo tiene claro: gobernaría con todos menos con el PP, por lo tanto, su slogan no puede ser otro: todos contra el PP. Su miopía física lastra una incurable ceguera política. Remar en la dirección del nacionalismo (nuevo Estatuto, “comunitarismo nacional”, asimetrías y privilegios, contra la “derecha” española todo vale…) para granjearse una vicelendakaritza, cuando el PNV no está dando ni agua a la propia asociada EA, y no digamos nada al esperpéntico madrazismo, es para hacerse alguna revisión urgente en el oftalmólogo.

La única vez que en los últimos tiempos pudo haber hecho algo el PS(“E”, de Euzkadi), fue de la mano de Redondo Terreros, cuando, a la vez que el PNV y EA se habían lanzado al monte (de Estella), la dirección política socialista vasca había comprendido que en un régimen democrático, el primer principio, el derecho a la vida y a la libertad, no puede ser cuestionado ni de refilón, cosa que hacía todo el conglomerado secesionista al pactar con ETA en la capital de aquella señera merindad Navarra. Desde los años 90, sólo entonces, y de la mano del Partido Popular, el PSE ha podido fijar su objetivo político en lo más alto, y que no era la vicelendakaritza, sino la propia lendakaritza. Es más, un acuerdo de listas conjuntas PSE-PP hubiera, casi seguro, forzado el cambio de Gobierno, que, cuando llegue -que llegará- será definitivamente un cambio de régimen. Al paso que vamos, a los cuarenta años de franquismo, le van a suceder otros cuarenta de peneuvismo. La alternancia no es el punto fuerte de la democracia en el País Vasco.

Marra el neofederalista asimétrico Pachi López si piensa que haciendo el juego al PNV los días impares, va a ser alguien en la política vasca. Vicelendakari, por ejemplo. La crudita realidad es que, de entrada, y al margen de las nuevas siglas con las que concurran los restos de Batasuna, buena parte de los votos de la izquierda nacionalista van a ir a para a la coalición PNV-EA, por lo que la mayoría aranista va a ser arrolladora; segundo, que con casi toda probabilidad, esta coalición no va a necesitar de nadie para seguir en el gobierno, ni siquiera del peculiar (hermana Julia incluída) madrazismo; y tercero, que parece que todavía no se ha dado cuenta nuestro miope político e inventor de un plan seguidista que se ha dado en llamar, con gracia y originalidad, Plan Pachi López, que las cosas ya no son como lo eran en tiempos de su amigo Chiqui Benegas, cuando el PSE y el PNV gobernaban en coalición; porque da la casualidad que ni el PNV-EA han bajado de Estella, ni ETA ha claudicado, ni Juanjo va a renunciar a su plan, llamado también con gracejo y profundidad de pensamiento, Plan Ibarreche. 

Con estos antecedentes, ¿qué va a hacer Pachi cuando Juanjo convoque su cacareado referendum?, ¿enviar desde una hipotética consejería socialista de Transporte autobuses para que la gente vaya a votar al colegio refrendal más cercano?, ¿aplaudir desde su vicelehendakaritza a la lehendakaritza por su propuesta secesionista?, ¿subirse al tren Vitoria-Estella?, ¿amoldarse a un nuevo Estatuto corte hipernacionalista? Porque lo que no pretenderá Pachi es entregarle los votos a Juanjo para después enfrentarse con él en temas de este calado…

Cuándo entenderá esta izquierda renegada (que lean sus clásicos), antiespañola (prefieren a Arana que a Unamuno), oportunista (todo por un asiento) y foralista (qué son sino privilegios los que Pachi defiende), esta izquierda que omite que la única realidad nacional que todavía existe legalmente en España es España, que la única manera que le queda de llegar al Poder en el País Vasco es aliarse con el PP. Sin listas conjuntas, sin defender a marchamartillo la Libertad en aquellas tierras y sin propugnar la regeneración democrática mediante una alternancia que introduzca aires nuevos en Vasconia, no hay nada que hacer. Y ello, aunque goce de los parabienes del amigo Iñaki desde la SER e incluso del amigo Polanco desde el PRISOE.

Las cosas han cambiado, aunque nos quieran hacer ver que no. Pachi López podrá seguir haciendo todas las gracietas que quiere contra María San Gil, imitando el ridículo estilo chulesco que ha empezado a poner de moda Don Tancredo, pero haciendo de palmero del nacionalismo nunca ganará las elecciones. No les quepa la menor duda. Si Pachi López sueña con ser el segundo de abordo de Ibarretxe tiene un problema muy gordo. O se bautiza en el río Ega (Estella) y utiliza una fotocopia mejor para calcar mejor el Plan Ibarretxe, o en caso contrario no le queda más opción que darse de baja del PSE y pedir permiso para engrosar las listas del PNV en futuras convocatorias. Tampoco creemos que ni Polanco, ni Felipe, ni Cebrián ni Iñaki sintieran mucho la pérdida, porque todo seguiría quedando en “casa”. 

En cuanto a Zetapé, como los programas electorales le traen al pairo –véase lo rápido que se descolgó de la red el programa socialista al comprobar que las elecciones generales las habían ganado-; la unidad de España le suena a neocons, ultras, aznaristas y franquistas; y su visión talantuda de la realidad no tiene cabida en el áspero mundo político vascongado… pronosticamos una racioncita más de tancredismo político, aderezada por unas pastillitas de Disolvente Zetapé y a ver lo que sale. El vallisoletano confía en la suerte y no es extraño. Ganó la secretaría de su partido y la Presidencia del Gobierno con una bonoloto y un par de quinielas. Lo mismo hay una sorpresita de última hora, como en las últimas elecciones generales y se da un imprevisto vuelco electoral. Con Zetapé hay que estar preparados para todo.

Autor: Smith
Publicado el 14 de marzo e 2005

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