Asimismo tenemos a un tercer partido socialista: El de los ex presidiarios y convictos, alguno de los cuales aún va a dormir a la trena al no haberle alcanzado de pleno el indulto de una derecha tan sentimental como incauta. En este tercer grupo se ubican no los que deberían estar condenados a prisión sino a galeras, como ese Mister X que se enteró de todo por la prensa y anda suelto, a caballo entre Sudamérica, Marruecos y España, trapicheando sus corruptelas a ambos lados del atlántico, sin olvidarse jamás, cuando llega a nuestra patria, de reiterarle al piloto que mantenga al ralentí el motor del avión, por si acaso, por si Garzón se levanta justiciero un día de estos y le apetece vengarse de que no le nombrase ministro.
Presidiarios, señores equis y galeotes (más de uno debería serlo y no sólo de nombre) han quedado hoy para nutrir una especie de servicio de inteligencia de alto standing, ubicado paradójicamente en los subterráneos del Estado, cuyo prototipo es un individuo denominado Vera, que no ha dudado en manejar tecnología punta, cargada de artificios ilegales, para desacreditar a periodistas como el director de El Mundo y sólo Dios sabe a cuánta gente más y cuántas otras fechorías. Precisaron la "tecnología" para llevar al poder a ZP, que a estas alturas nadie duda ya que el 11-M está plagado de artimañas, y ahora la usan para llevarle a la Moncloa las órdenes de lo que debe o no aprobar el Consejo de Ministros.
De acuerdo con las directrices de este tercer brazo socialista, también denominado Waffen SS por lo negro de sus instintos y las calaveras que dejaron cuando controlaban el Gal, en España se cesan o ascienden a capricho a ciertos generales, se les concede más derechos a los grupos marginales que al 80% de la población cristiana, a cuya Iglesia se la castiga pidiendo que no marquemos la casilla del IRPF, se les ríe la gracia con talante sarmentoso a cuantos allá en la periferia desprecian nuestros símbolos multicentenarios, se traiciona doblemente, en fecha y en lugar, a quienes constituyen la principal nación democrática de nuestro tiempo, USA, despreciando antes su bandera, y se legisla contra aquellos territorios cuya únicos pecados son permanecer gobernados por la derecha y mostrarse leales a la nación española. Tales son las consignas interesadas, cargadas además de rencor y sectarismo, que surgen de las cloacas de este tercer brazo socialista y que emanan de un poder aún superior e inaccesible, de cuyas características se hablará en Socialismos-IV.
Artículo publicado el 20 de noviembre de 2004
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