El hecho de que Rodríguez Zapatero mantenga un extraño acuerdo de gobierno (acuerdo o... lo que sea, pero la asqueante realidad es que siempre votan juntos) con determinados partidos separatistas y comunistas, cuando el PP le ofreció un pacto de estabilidad en asuntos de gran trascendencia como los nuevos estatutos de autonomía y la unidad de España, demuestra que para ZP (dos siglas que algunos comenzamos a relacionar con la estupidez política no exenta de maldad) no hay nada tan importante como su pan para hoy a sabiendas de que acabará suministrando al conjunto de los ciudadanos una verdadera hambruna para mañana. Porque en la gente corriente nada produce más hambre, física y moral, que una patria fragmentada al dente y a instancias de esos que todos sabemos.
El ejemplo de que es posible el entendimiento entre socialistas y populares, algo que crearía una gran estabilidad y generaría confianza entre los ciudadanos, sobre todo económica -lo cual es improbable que suceda si ZP se mantiene sometido a unos socios tan pérfidos como chantajistas-, lo encontramos en ese magnífico acuerdo suscrito entre ambas formaciones para la elaboración del nuevo estatuto de la Comunidad Valenciana. Sobre dicho acuerdo, el vicepresidente Solbes ha comentado que está totalmente en línea con su pensamiento sobre financiación autonómica. Por su parte, el presidente de la Generalitat valenciana, el popular Francisco Camps, ha dicho que el nuevo estatuto es una forma de hacer España y de hacer Constitución, y añadió que quienes lo tienen difícil son los que quieren hacer reformas institucionales al margen de la Constitución.
Carod-Rovira es el que no parece haberse tomado con gran regocijo el acuerdo de mejora del Estatuto valenciano, una comunidad reivindicada por él como perteneciente al área de influencia catalana. Claro que, en su caso, el regocijo llega al practicar la blasfemia en Israel o el pacto con los terroristas en Perpiñan. Sea como sea, el separatista confeso ha llegado a afirmar, tras reunirse con otro de los nacionalistas enmascarados del Tripartito, el comunista Joan Saura, que no se tolerará un proceso de generalización que acote nuestras aspiraciones. No se tolerará o exigimos, son expresiones que en determinado contexto suenan a vocabulario genuinamente nazi y son usadas con más frecuencia de la deseable por los dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya, sin que parezcan demasiado conscientes, diríase, que su fuerza política jamás será tan sobrevalorada por alguien que no sea Zapatero o el amo al que éste sirve, que es quien detenta el poder efectivo y quien en verdad le mantiene en La Moncloa.
Me pregunto si el boicot del cava no debería haberse iniciado en Canal+, El País, los libros de Santillana y cuantos productos se anuncien en la SER. Diez millones de consumidores que dejaran de engordar más y más el bolsillo del amo, y otros muchos que probablemente se sumarían gustosos, podrían determinar un giro radical en la política española y poner así las cosas en orden. Claro que, en relación al acuerdo entre populares y socialistas valencianos para el nuevo Estatuto, se asegura que ZP se enteró por una nota de agencia y ahora, dicen, el talantudo piensa ir a por el socialista Pla como en su momento fue a por Redondo Terreros.
Publicado el 26 de mayo de 2005
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