lunes, 4 de diciembre de 2017

Pedro J.


El director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, se acaba de caer desde lo más alto de la copa de ese guindo en el que había depositado la valía y el talante del presidente Rodríguez. O eso es así, o simplemente ha transcurrido ya el plazo fijado a partir del día en el que le preguntó a Zapatero ¿qué hay de lo mío? En ese lo mío pongan ustedes lo que quieran: La concesión de una cadena de televisión, o de radio, o de vete a saber qué pero en digital. Mismo método al utilizado por Pedro J. con Aznar, al que primero elevó a los altares de la gloria, ayudándole a escoger parcela, y luego, al comprobar que no había nada de lo suyo, situó la peana del presidente junto a un precipicio adosado y con vistas al oprobio, que es donde iban a parar las pelotas de paddle que le arrojaba y que misteriosamente se recuperaban, en negrita, dentro de las páginas de un diario que lleva quince años quitando y poniendo rey.

En su columna dominical de hoy en El Mundo, titulada El primer error garrafal del ciudadano Zapatero, Pedro J. afirma que la conducta de Zapatero me ha sorprendido muy negativamente e, ironías aparte, pasados los primeros días de perplejidad, mucho me temo que estemos ante un punto de inflexión que augure lo peor. ¡Bingo! Mejor dicho, ¡Guindo! Mejor dicho todavía: Guindo garrafal o Valle del Jerte, que es ese paraíso guindoso (perdón por el palabro) donde Pedro J. tenía previsto instalar la sede central de su cadena televisiva. Porque si el muchacho le da la réplica a Losantos en la COPE, es un decir, y habla y habla y habla como un Duracel con tirantes, lo que verdaderamente le apetece es que además se le vea. Por eso hay quien dice que con la televisión digital se pedirá un canal H-24 para él solito, en el que el programa estrella, de formato venezolano y con boina roja, se llamará Allo Periodista.

En otro de los párrafos de la columna pedrojotesca, término que podríamos reservar para los desengañados en el qué hay de lo mío, el conocido periodista añade: Era la gran ocasión de presentarse como un afable hombre de Estado, volcado en la atención de las víctimas, dispuesto a conceder al adversario el beneficio de la duda para contribuir a que cicatricen las heridas políticas abiertas entre el 11 y el 14-M y empeñado, sobre todo, en impulsar el esclarecimiento de la verdad de lo ocurrido antes (...) En lugar de todo ello Zapatero caracterizó al PP como el infame tejedor de un «engaño masivo», destinado a encauzar el dolor y el miedo de los españoles hacia unas papeletas electorales manchadas de sangre y mentira.

¡Nos ha jodío mayo! ¿Pero qué te esperabas Pedro J.? ¿No tuviste bastante con casi tres lustros de felipismo? ¿No fue suficiente para ti descubrir cadáveres enterrados en cal viva por órdenes de Mister X? Toma nota, muchacho: Cuando alguien llega a lo más alto del socialismo nunca lo hace a pelo, ni siquiera aupado sobre 192 muertos y 1.500 heridos. No, a ese alto cargo se acostumbra a llegar a horcajadas del sectarismo y la incontinencia ideológica, que son las dos monturas, con frecuencia desbocadas, mediante las que el socialismo busca pisotear a fondo, cual atávico Atila, un territorio llamado España, en el que tras el paso de la horda izquierdosa no acostumbra a crecer la hierba ni suele reconocerlo la madre que lo parió. Porque si el ciudadano español es el único animal que tropieza dos veces contra el pedrusco sociata, se entiende que esa definición alude al hombre de a pie y por lo tanto no es aplicable a un ser privilegiado como tú, capaz de elaborar 100 preguntas, ni una más ni una menos (que no hubo becario en El Mundo que no aportase su preguntita a la lista), y dirigirlas al marido de la señora Sonsoles.

De modo, querido, que tras aterrizar de tu largo viaje guíndico y en espera de preguntarle a Rajoy ¿qué hay de lo mío?, procura echar toda la carne en el asador y darle a los totalitarios su merecido en las páginas de ese diario que, esperemos, tan agudamente dirigirás una vez has vuelto a la superficie del planeta Tierra. Necesitas hacerlo así para que estos prepotentes ideológicos que ahora firman en el BOE se vayan del poder a la velocidad inversa de sus merecimientos, o sea, la de la luz o como poco a Mach-100. Para que dejen España deshilacha pero aún entera, sin que los desgarrones haya que soldarlos con sangre o altercados. Piensa que gente como esta que ahora te defrauda, ¡ya era hora!, hace bastantes años no dudó en sacar una ley denominada En defensa de la República, que fue aplicada entre otras acciones ignominiosas para cerrar sumariamente un centenar de periódicos. Entonces no lo llamaban talante, se hizo a golpe de furgones cargados de guardias de asalto que llegaban a las redacciones en lo más lóbrego de la noche, como sus conciencias. Así que espabila, no vaya a ser que por querer emular con demasiadas prisas a Polanco te encuentres que no hay modo de conseguir tu propio imperio mediático y apenas pases de multimillonario en euros y en las Islas Cayman, que es donde tendrías que colocar el servidor de elmundo.es si indirectamente colaboras a la permanencia del zapastrófico presidente de la Secta. Sí, ese mismo que no contestó a tus 100 preguntas.

Déjame decirte, finalmente, que eres un tipo que no me cae mal. Al contrario, te escucho a gusto junto a Losantos y ambos me parecéis dos bestias magníficas que el día que se os ocurra codificar la señal de la COPE no tendré más narices que abonarme. Pero lo que no soporto es que te pongas estupendo a base de equidistancia, sobre todo cuando un punto señala la libertad, el otro el sectarismo y tú te hallas en medio. Así que no me seas Gallardón, déjate de Navidades abstractas y ahora que sabes que me caes bien aplícate en tu trabajo. Contrata unos cuantos periodistas más, de esos que le hincan el diente a los temas del 11-M, y corrige en la medida de lo posible a los incompetentes (¿?) de la Comisión Anti-PP. La democracia te estará agradecida y en el futuro alguna calle llevará tu nombre, que no es poco.

Artículo publicado el 19 de diciembre de 2004

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.