Ciertamente hay cosas que se echan en falta en el transcurrir cotidiano de la vida política nacional. Entre éstas, está indudablemente la sinceridad, cualidad más que apreciable en estos tiempos realmente duros para la continuidad del proyecto constitucional español. Una de las excepciones al panorama político tan lleno de gentes ambiguas, reformistas y reformadoras, es la del presidente de ERC, José Luis Carod-Rovira, un separatista de corte ultra que no se corta lo más mínimo a la hora de pedir. Claro que éste tiene de quien sacar todo lo que quiera y más…, incluso en contra de los intereses del Mandamás.
Carod-Rovira se distingue ante todo por sus propuestas e iniciativas directas y sin circunloquios. Otra cosa es, naturalmente, que nosotros coincidamos con su línea política, separatista, radical e izquierdista. Antes de ir al meollo de la cuestión déjennos recordarles que el ultraizquierdismo de ERC pretende fomentar la participación total del "estado" o la "federación" de Cataluña en todo lo concerniente a educación, investigación, sanidad, infraestructuras, etc., incluida una propuesta de “feminización” (!) del espacio público (?) y del escaso espacio privado que este gobernadorcete de la ínsula barataria deje a los pobrecitos catalanes que queden sometidos a su bota antiliberal.
Asimismo recuerden la entrevista mantenida por este sujeto con la banda terrorista ETA en Perpiñán y que siempre ha presentado como una arriesgada operación para buscar la paz, cuando el resultado palpable de tan truculenta tenida no fue otro que el de salvaguardar la patria catalana de las acciones terroristas de los separatistas vascos. Acciones que, lógicamente, recayeron de inmediato sobre los vecinos de Cataluña: Aragón y Valencia. Ya ven las consecuencias de Carod en estado puro.
Ahora, el generoso líder jacobino catalanista, conspicuo miembro de la masonería antiliberal y prosocialista que nos ha tocado soportar desde hace siglos en los países dependientes de la sucursal francesa del Gran Arquitecto del Universo, nos deja magnánimamente elegir a los españoles dos vías para resolver el problema catalán. Todo un alarde de democracia y pluralismo. Lean, lean…
Vía primera: aceptación por parte de ERC del federalismo socialista (asimétrico, desmadrado y disolvente) si sirve para crear un estado catalán en la UE: “vamos en un tren que tiene como última estación la independencia”, afirma Carod, por lo que la estación anterior a la última (estado independiente), la "estación federal" es válida sólo si nos lleva al final del trayecto.
-Vía segunda: si no se acepta la vía primera (estado federal que en breve lleve a la independencia) “no hay más salida que el estado independiente”.
Que nadie diga en el futuro que Carod no había avisado. La Esquerra está reclamando en el mes de abril del 2005 la creación del “caso catalán en Europa”. Para los republicano-independentistas, Cataluña “es la anomalía más grande de Europa”. Es una nación sin estado que reclama “aparecer en los mapas políticos” y “una paradiplomacia inteligente”. Ahora mismo está en juego la separación total de la recaudación impositiva de los catalanes, respecto del resto de los españoles, como si quienes pagaran impuestos fueran las comunidades autónomas y no los individuos que las componen.
Todo va muy rápido, demasiado rápido y nos da la sensación de que los españoles, debido al cansancio acumulado durante tres décadas de demandas y triquiñuelas incesantes, empiezan a desentenderse de todo este panorama de disolución nacional que estamos sufriendo. No seremos nosotros quienes nos quedemos encerrados en nuestras casas esperando la consumación de lo que nunca debe consumarse, pero la realidad es que, de no reaccionar rápida y enérgicamente nuestras autoridades, el futuro que espera a las libertades nacionales españolas es sencillamente desolador.
Autor: Smith
Publicado el 28 de abril de 2005
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