Metrópoli: (Del lat. metropolis): 1. f. Ciudad principal, cabeza de la provincia o Estado. 2. f. Iglesia arzobispal que tiene dependientes otras sufragáneas. 3. f. Nación, u originariamente ciudad, respecto de sus colonias. Real Academia Española ©.
Ayer, el presidente de la Generalitat catalana intervino en el Foro ABC. Para ello, tuvo que desplazarse a Madrid. Ya hemos repetido en diversas ocasiones que, para los nacionalistas (¿alguien duda a estas alturas de que el "Molt Honorable Senyor Pasqual Maragall" lo es?) Madrid es una especie de encarnación del mal estilo Set, el hermano de Isis y Osiris, en el antiguo Egipto.
La frase no tiene desperdicio. Medio en broma medio en serio, matiza el columnista de ABC, Manuel Marín, pero ahí está: "Madrid tiene la culpa de todo". Tanto estudio en la Universidad Autónoma de Barcelona, tanto master en Economía en la New School University de Nueva York y tanta experiencia en el mundo político para tan "preclaro" aserto.
¿Qué tendrá la metrópoli para esta gente de provincias, que no asumen nunca lo que realmente son: unos ciudadanos como otros cualquiera. Lo mismo si se es de San Francisco de Olivenza que de Granollers, ni los pacenses ni los barceloneses son más unos que otros ni deben pedir lo que no es de ellos. Lo que no se entiende bien es ese complejo, antiliberal, por cierto, pues el liberalismo es una doctrina universalista, esa manía de culpar de todo a Madrid. Precisamente en pleno siglo XXI, cuando los españoles, después de dos milenios de Historia en común, gozan de unas regiones con unos derechos tan sumamente desarrollados. ¡En la Francia que tanto gusta mirarse Rodríguez Afrancesado, sí que pinta París!
Pascual Maragall es un personaje profundamente antiliberal. Su antiliberalismo nace de las ideas socialistas, intervencionistas y aldeanas en la que tanto le gusta nadar. Más impuestos, más competencias, más fronteras, más inmersión lingüística... Todo contra la libertad, dense cuenta. El liberalismo es el polo opuesto a todo ésto. Fíjense en el complejo que tiene el Molt Honorable que dijo sentirse víctima de lo que denominó «síndrome Tarradellas»: "Sales de Moncloa encantado, pero cuando llegas a Barajas te das cuenta de que la realidad no es la que habías creído". Poco le dura el buen rollito a Maragall: de Moncloa a Barajas. ¿Y quién tiene la culpa de sus fobias aldeanas? ¡Madrid! Sí, sí, Madrid. Y nadie más.
Para terminar, fijémonos en el mensaje principal que Maragall dejó ayer en el Foro ABC: que el PSE de Patxi López promueva un acuerdo de gobierno con el PNV-EA; en ningún caso con el PP; y si el PSOE tiene que inclinarse hacia algún lado, que sea del nacionalista, no del constitucionalista. ¿Está claro, no? Este gran amante de la libertad que co-gobierna con quienes se reunen en Perpiñán con ETA sin que se le caigan los sombrajos del palo, partidario de que el PSE gobierne también con quienes firmaron un acuerdo político con la banda terrorista ETA en Estella. La democracia, al cubo de la basura; la Constitución española, vapuleada; y la alternancia... ¿la alternancia?: ¿a qué demócrata le importa que en el País Vasco haya alternancia para que se airee un poco la maloliente -lo decimos por las tres décadas de PNV- atmósfera nazionalista? A Maragall, desde luego que no le interesan ni la democracia, ni la Constitución y la alternancia. Lo suyo es subirse al carro del descuartizamiento nacional. Con Patxi de palmero de Ibarretxe, la reforma estatutaria catalana seguiría a la misma velocidad que la vasca, que es de lo que se trata. Por cierto, ¿se acuerda alguien ya de El Carmelo (el barrio, no el monte que da nombre a una conocida orden religiosa)?
Autor: Smith
Publicado el 7 de abril de 2005
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