María Teresa Fernández de la Vega, conocida como La Vogue desde que el Grupo Risa la motejó así y FJL lo repite en la COPE cuando la critica por alguna trastada política, apareció en la región de Murcia el viernes pasado, 4 de febrero de 2005, y se dio una vuelta por la pedanía lorquina afectada en el reciente terremoto. Lorca es, para quien no lo sepa, el principal baluarte del socialismo murciano, con un alcalde del PSOE reelegido en varias ocasiones. La ministra pudo ver en Lorca, es un decir, a unas cuantas docenas de personas refugiadas en tiendas de campaña y tapadas con mantas. La vicepresidenta del Gobierno se reunió con el presidente de la Comunidad murciana, Ramón Luis Valcárcel, que le entregó un detallado informe de las cuantiosas pérdidas originadas en la región por las intensas heladas, pérdidas evaluadas en miles de millones de euros.
La respuesta de la señora vicepresidenta fue rotunda: El Gobierno descarta la declaración de zona catastrófica por las pérdidas de las heladas. Anteriormente a la visita a Murcia, el mismo viernes, el Consejo de Ministros había aprobado 15 millones de euros en créditos a los agricultores a través del Instituto de Crédito Oficial. O sea, dinero en escasa cuantía y además a devolver. Eso sí, la ministra le propuso al presidente murciano la creación de una comisión mixta para evaluar la situación del terremoto y estudiar otras ayudas al efecto. Las comisiones son, ya se sabe, las propuestas típicas cuando hay pocas ganas de ofrecer soluciones rápidas. La pregunta es: ¿Había motivos para declarar zona catastrófica la huerta murciana? La respuesta debería ser un sí categórico, sobre todo por dos razones: Por la extensión de las heladas, que cubrieron miles y miles de hectáreas y llegaron hasta la costa. Sólo en Lorca las pérdidas se estiman en 124 millones de euros, y por la intensidad, duración e infrecuencia de las mismas, algo que no sucedía en más de 20 años.
De modo que María Teresa debería saber que los murcianos no practican el clásico lloriqueo anual de otras regiones. Aquí se trata de una situación verdaderamente excepcional que en ningún caso merecía una respuesta tan frívola y negativa de la ministra. Una ministra, por cierto, que tenía programado desde hace tiempo su viaje a Murcia para dar un mitin político sobre el referéndum europeo. ¿Habría viajado a la región de no obligarle la actividad política? Hay quien lo duda. No obstante, La Vogue cumplió su papel de ese viernes: Asistió al Consejo de Ministros, se desplazó a Murcia, saludó a Valcárcel y le dijo nones, repito, nones. Luego se reunió con el mandamás socialista en la región, fueron a ver al alcalde de Lorca, otro coleguilla distante a 60 kilómetros. A última hora volvió a Murcia, dio el mitin en el pabellón de deportes y salió zumbando hacia Madrid. Jornada completa. Eso sí, durante todo el día del jueves y el viernes, atronaron los altavoces de un coche (o varios) que anuncian en la capital la presencia de la Vice. Ese mismo coche (o varios) también soltaba parrafadas acerca de lo buenos y solidarios que son los socialistas.
El sábado día 5 apareció Rajoy en Murcia, se recorrió buena parte de la región, especialmente las zonas afectadas por el terremoto (más de 200 réplicas) y las heladas. Declaró que la próxima semana (esta) el PP presentará en el Congreso una iniciativa para que Murcia sea declarada zona catastrófica. Añadió: Es un clásico caso de libro de catástrofe por razones naturales (frase mal construida pero suficientemente clara). Rajoy recordó que en los Presupuestos Generales del Estado hay una partida, denominada Fondo de Contingencia, que supone el 2% del presupuesto total, y que precisamente sirve para cuando se producen acontecimientos como éste (en referencia a los terremotos) o como las heladas. Y señaló que espera del Ejecutivo la sensibilidad suficiente para atender esta situación, que no es producto de otra cosa que de la naturaleza. El líder popular explicó que este fondo ya fue utilizado en catástrofes como la del Prestige. Además, insistió en la necesidad de adoptar nuevas medidas como acto de pura justicia.
Como liberal que me considero, no soy especialmente partidario de ayudas o subvenciones; sin embargo, soy aún menos partidario de las injusticias. Como dijo Rajoy, si a los gallegos que vivían de la pesca o el marisco se les ayudó, por qué no se puede hacer lo mismo con los murcianos que viven de la huerta y lo han perdido todo. Añado yo, ¿las leyes no deberían ser iguales para cualquiera que sufra calamidades? Esta mañana he escuchado por la radio que Maragall da por hecha la ayuda del Estado a los damnificados del túnel del barrio del Carmelo en Barcelona, y no me parece mal aunque la incompetencia de la catástrofe pueda adjudicársele claramente al Tripartito. Ahora bien, para este Gobierno socialista unos son hijos predilectos y otros hijos no queridos, a los que castiga no sólo negándoles el agua que necesitan sino algo más. ¿Es esto el socialismo solidario?
En resumen, hemos visto la diferencia entre una Vogue altiva y poco responsable que aprovecha un viaje de propaganda mitinera para visitar de pasada la zona de los terremotos y a un Rajoy que viaja a propósito a Murcia para interesarse por las consecuencias de las catástrofes y comenta, demostrando que sabe su oficio, cuáles son las soluciones que deben adoptarse en este caso y que él mismo piensa presentar en el Parlamento. Me hago cruces cuando leo la reseña de alguna encuesta y el PSOE aún le saca varios puntos en intención de voto al PP. Porque en España casi todo es así como el ejemplo expuesto. ¿Tan torpes somos los españoles que no somos capaces de distinguir entre el discurso de los demagogos y las actuaciones de gente seria como Rajoy?
Publicado el 7 de febrero de 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.