miércoles, 20 de diciembre de 2017

José Luis Rodríguez Zicatero


Cicatero, ra: (Del ár. hisp. siqá, y este del ár. clás. siq, acción de remolonear un caballo). 1. adj. Mezquino, ruin, miserable, que escatima lo que debe dar. U. t. c. s. 2. adj. Que da importancia a pequeñas cosas o se ofende por ellas. U. t. c. s. 3. m. germ. Ladrón que hurta bolsas.

A pesar de que algunos de nuestros colegas de Redliberal ya han hecho un análisis del tema, lo cierto es que desde Batiburrillo nos hemos visto en la necesidad de dedicar unos minutos a reflexionar sobre la “magnanimidad” de José Luis Rodríguez "Z"icatero. Un día de luto, y ni uno más, es lo que nuestro Presidente del Gobierno considera que se merece Juan Pablo II, éste sí, el Magno.


España, como dijo Azaña en una de sus incendiarias frases, ha dejado de ser mayoritariamente católica. Ahora sí, entonces no, matizamos; por si alguno piensa que aprobábamos la estúpida frasecita de don Manuel. Por motivos que no vienen al caso, los españoles han dejado de ser los católicos practicantes de antaño. Ahora bien, algunos sacramentos como el bautismo y el matrimonio siguen practicándose mayoritariamente bajo el rito católico y muchas tradiciones populares, desde la Semana Santa hasta la Navidad, pasando por las fiestas de los distintos pueblos y ciudades siguen teniendo su piedra angular en la tradición católica. Si a ello unimos que la Historia de nuestro país se forjó en gran medida “por” y “en” el catolicismo (Reconquista, Trento, Flandes…) y que la mitad de los católicos del mundo deben su fe a la herencia religiosa española, se colige que España, para Roma, no es un país más en el concierto internacional de las naciones ni el cristianismo una religión más para los españoles.

Sabido es, y si no, lo recalcamos, que nuestros actuales gobernantes están impregnados de un laicismo cuyas raíces más profundas se encuentran en el neoinstitucionismo, el anticlericalismo de siempre y la, de momento, debilitada masonería. No vamos a profundizar en ello, pero baste señalar que Rodríguez Cicatero indudablemente prefiere seguir las tendencias gnósticas de su abuelo socialista, en vez de las del otro abuelo asesinado por, en palabras de un impresentable gnóstico, “los buenos”. Con estas mimbres tenemos que fabricar cestos y no podemos hacer mucho más, salvo quejarnos y denunciarlos, hasta que vengan tiempos mejores.

La enanez y la mezquindad tienen un recorrido muy corto. Ya pueden hablar todo lo que quieran de Alianzas de las Civilizaciones: Juan Pablo II El Magno unió al mundo entero mil veces más con su política de viajes y su quehacer ecuménico que toda la palabrería hueca de los vendedores de bálsamos y demás ungüentos para chalanes de feria. Ya pueden hablar de Justicia y Solidaridad, que Juan Pablo II rebasaba por la izquierda a toda la progresía; progresía que no soporta que este santo, porque a nosotros no nos cabe ninguna duda que lo es, barriera sin tanques el comunismo de toda Europa, terminara con la rebelión liberacionista de América y desplegara su don de gentes por todo el mundo.

José Luis Rodríguez Cicatero ha quedado, una vez más, a la altura del betún. Ahí tenemos: 9 días de luto oficial: Vaticano, Nueva Zelanda, Perú, Ecuador; 7 días: Brasil; 6 días: Polonia; 5 días: EEUU, Venezuela, Filipinas, Paraguay; 3 días: Argentina, Bolivia, Chile, El Salvador, Guatemala, Malta, Italia, Filipinas, Cuba, Portugal, Líbano, Haití; Egipto; Paraguay; Costa Rica, El Salvador; 1 día: Francia, España, Colombia, Perú y Mónaco. ¡Gran sensibilidad la de estos últimos países cuya historia está tan ligada a la Iglesia! ¡Qué vergüenza! Algún lector nos reprochará que nuestro Estado aconfesional, que no laico, no debe significarse en estas cuestiones. Pero nosotros les planteamos:

1) ¿Acaso una sensibilidad liberal y democrática no tiene que tener más en cuenta la religión más importante de sus ciudadanos y las costumbres religiosas de su país? Que la mayoría de los españoles hayan dejado de practicar la religión católica no implica que ésta siga siendo abrumadoramente la más importante de nuestra nación.

2): ¿Acaso el largo papado de Juan Pablo II y la enorme trascendencia, más allá de las cuestiones meramente religiosas, que ha tenido no merece ser honrado con varios días de duelo? Estas cuestiones, aparentemente formales, son las que demuestran el talante y la liberalidad de los gobernantes. Rodríguez Cicatero prometió mucho talante. Lo que no concretó es si era del bueno o del malo. Nosotros ya sabemos a qué atenernos.

Autor: Smith
Publicado el 5 de abril de 2005

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