miércoles, 20 de diciembre de 2017

Hablemos de democracia

Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba

No piensen ustedes que vamos a teorizar excesivamente sobre tan profundo tema. Tan sólo es el título de un artículo en el que uno de los grandes teóricos de la democracia universal, Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, nos explica de qué va eso de la "democracia" castrista y a quiénes considera enemigos de Cuba y distorsionadores del concepto de democracia. Un concepto en el que naturalmente no coincidimos ni coincidiremos jamás con los defensores de la democracia "participativa"... en la que sólo participa un único partido; el comunista.


Tras el demagógico ataque de turno al neoliberalismo y a los EEUU, el dirigente de la dictadura más férrea de los últimos 50 años en todo el continente americano, nos habla de "democratizar las relaciones internacionales" y, ojo al dato, de "rescatar los principios democráticos básicos que se expresan en el ejercicio de la autoridad por los pueblos". Ésto último, el autoritarismo popular, ya sabemos en lo que deriva desde 1917.

Sorprendentemente, el señor Alarcón se nos muestra como un gran estudioso de Rousseau (!!), al que utiliza para criticar el liberalismo parlamentario, por delegar en los partidos políticos la labor legislativa, por no poder decidir más que el día de las elecciones, por la falta de representatividad del sistema, por los bajos índices de votación y por el secreto de las votaciones. La verdad es que la eminente autoridad castrista lo podrá decir más alto, pero no más claro: él es partidario de eliminar los partidos políticos y de las votaciones a la búlgara, en plaza pública y a mano alzada. Socialismo "real". Socialismo del bueno, ya saben.

La traca continúa: no hay que elegir Presidente (con Castro, ¿para qué quieren más?), porque los manuales de democracia no dicen nada de democracias presidencialistas. ¿Acaso elige alguien a los reyes en los países de democracia liberal parlamentaria? -se pregunta. Claro que no, Ricardito, claro que no... solo que amén de estos señores que cada día pintan menos, existen Presidentes del Gobierno.

Luego, como si sus argumentos los hubiera sacado de los manuales políticos franquistas o de algún libro de los organicistas españoles del siglo XX, la autoridad cubana se muestra, sorprendentemente, partidaria de la democracia orgánica. Y ésto ya es muy bueno: "Al crear una relación orgánica con los electores, se propicia que sean ellos quienes gobiernen a través de sus representantes". Luego se adorna con una referencia al municipalismo y más abajo al sindicalismo, entroncando plenamente con aquella democracia orgánica que seguro les sonará, familia-municipio-sindicato, para terminar añorando la democracia de la República de los mambises. Nota: la familia, concepto burgués, aquí no cuenta para nada. En ésto, sí que hay alguna diferencia. Las cosas, como son.

Termina la lección de derecho político cubano con una alusión a las plenas garantías y derechos que sustenta la participación "democrática" en Cuba. Del derecho a elegir opciones políticas distintas a las manejadas por el Partido Comunista de Cuba no encontramos nada. Pedro Alarcón nos da la solución: los cubanos no quieren democracias burguesas ni partidocracias. ¿Se lo habrá preguntado a ellos?

Autor: Smith
Publicado el 5 de abril de 2005

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