A estas alturas, ya nadie puede decir que el Partido Socialista Obrero Español no actúa vocacionalmente como el PartidodiSOlventE de España. La verdad es que las veleidades disolventes del socialismo en la época postdictatorial comenzaron en los mismos inicios de la transición, cuando, por ejemplo, los socialistas navarros y riojanos abogaban por la inclusión de sus respectivas comunidades autónomas en la comunidad autonómica vasca para conformar la Gran Euskal Herria que Sabino Arana había soñado o Felipe González gritaba Gora Euzkadi Askatuta en aquellos mítines tan electrizantes como imprudentes. Pero con la llegada del felipismo, buena parte de las fuerzas centrífugas socialistas quedaron archivadas para mejor ocasión pues, después de cuatro décadas de no tocar Poder, lo prioritario era apretar las filas, potenciar el partido…y llenar los bolsillos de algunos. Quedaban muy lejos la gloriosas épocas de Primo de Rivera y la Segunda República -ambos periodos, el dictatorial y el jacobino- en los que el PSOE había alcanzado unas cotas de Poder esenciales para su asentamiento como uno de los partidos políticos más importantes de España.
Fue con la llegada del Partido Popular al Gobierno cuando algunos dirigentes socialistas, encabezados por Odón Elorza en el País Vasco y Maragall en Cataluña, iniciaron una nueva corriente ideológica de indudable cuño anticonstitucional y antiliberal: el federalismo asimétrico. Se trataba de terminar con el “Café para Todos” de la transición; las comunidades autónomas de carácter "histórico" (en las demás no transcurría el tiempo, por lo visto), y que en un fallo criminal quedaron glosadas en el texto constitucional como “nacionalidades”, dejaban bien patente, que ellas eran más que las demás en el nuevo concierto autonómico. Luego vendría Chaves con sus propias exigencias asimétricas, pero esto ya es otra historia. Lo cierto es que la igualdad y la libertad quedaban cercenadas por la diferencia y el "fuerismo", algo realmente insólito en un partido "socialista" y en un siglo como el XXI.
Lo que ya nadie puede discutir es que el PSOE es actualmente un partido claramente disolvente. Las minorías “asimetrizantes” se han convertido con Rodríguez Tancredo Poncio Zapatero en corrientes mayoritarias dentro del PartidodiSOlventE. La última propuesta socialista consistente en introducir en el nuevo texto constitucional, en referencia a algunas regiones, el término “comunidad nacional”, terminología bastante más hitleriana que socialista, dicho sea de paso, confirma la vocación claramente disolvente, no ya de los Odones y Maragalles, sino de todo el Partido Socialista. Ni que decir tiene que, el que uno de los dos partidos nucleares de la política española camine por estos vericuetos, resulta letal para la convivencia social y política nacional. Y si no, al tiempo.
Autor: Smith
Artículo publicado el 27 de diciembre de 2004
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