domingo, 3 de diciembre de 2017

El gas


Cuando no hacía mucho que había accedido al poder, Zapatero decidió efectuar una visita a Marruecos y entregarle el Sahara al tirano Mohamed VI. Eso fue el 24 de abril de este año 2004. La cadena SER nos contaba la visita como el comienzo de una nueva era entre ambos países. A partir de ahí cualquiera podría deducir, de creer a la mentirosa SER, que entre España y Marruecos todo serían flores y violines. El hombre del talante lo había conseguido. Triunfaba el diálogo, que es como ahora la izquierda sarmentosa llama a la cobardía y la cesión.

Unos pocos días más tarde, el 26 de abril, tanto Argelia como el Polisario se mostraban indignados con Zapatero y efectuaban declaraciones en el sentido de que el presidente español estaba siendo manipulado por el lobby marroquí que encabeza González, también conocido como Mister X. Podría decirse que en esos días los argelinos echaban las muelas por el asunto del Sahara y estaban decididos  a esperar su momento. Que ya se sabe que el árabe acostumbra a sentarse a la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de su enemigo. Y Zapatero, después del regalo al Sultán, se había convertido en enemigo de los argelinos y polisarios.

Ante el deterioro acelerado de las relaciones con Argelia, nuestro principal proveedor de gas, por no decir único, Zapatero no tuvo más remedio que darse una vuelta por ese país magrebí (14-7-04) y tratar de convencer a su presidente, Buteflika, de que el asunto del Sahara aún tenía solución siempre que las partes llegasen a un acuerdo. Para Zapatero, las partes eran el pueblo saharaui, Marruecos, España, Francia (increíble) y, si lo deseaba, Argelia.  El presidente socialista (he estado a punto de llamarlo español, pero sé que no debo, no se lo merece), le soltó a los argelinos la idiotez de que no le constaba que los saharauis estuviesen molestos con él. Esa fue, sin duda, la primera estupidez de Zapatero en Argelia.

La segunda fue decirle solemnemente a Buteflika que no hay que estar sometidos a lo dispuesto en el Plan Baker. Un plan, como se sabe, que propugna la única solución aceptable para los argelinos y saharauis: El referéndum. La visita de Zapatero a Argelia, y el énfasis atolondrado que allí usó para desengañar a su anfitrión, por supuesto que no evitaron en modo alguno que Buteflika dejase de considerarle enemigo, así que el argelino volvió a sentarse y a esperar en la puerta de su casa. Tal fue la necedad de un Presidente de lo más negado, que visitó un país vecino para decirles justo lo que no querían oír. Como apuntó Montaigne: Nadie está libre de decir estupideces. Lo grave es decirlas con énfasis, frase que parece elaborada a la medida de ZP, un tipo muy acostumbrado a decir necedades en un tono de solemnidad que raya lo ofensivo.

En vista del rotundo fracaso del Presidente socialista en Argelia, algo que era de esperar puesto que ZP carece de talante, de diálogo y de mano izquierda (además de faltarle picardía y recursos intelectuales), los de La Caixa presionaron fuertemente a Maragall para que intentase evitar que la política atolondrada de Zapatero les hundiese una de sus empresas de bandera: Gas Natural, sociedad que depende casi en exclusiva de los recursos argelinos. Y hacia Argelia que se fue Maragall el 5 de septiembre, apenas mes y medio después de que Zapatero volviese de allí. Y mira por donde, el President socialista (he estado a punto de llamarlo catalán, pero sé que no debo, no se lo merece) fracasó con la misma rotundidad que su colega ideológico. Es más, ni siquiera llegó a ser recibido por Buteflika. Eso sí, la prensa argelina se dedicó durante esos días a recordarnos el referéndum del Sahara y otras pamplinas de Maragall.

Han transcurrido algo más de tres meses desde las visitas de Zapatero y Maragall a Argelia y hoy La Razón nos ofrece una noticia con el siguiente título: Enagás advierte de apagones el lunes por problemas de suministro de gas. Se supone que hay avería en una estación de compresión situada en Argelia, lo que determina que el caudal de gas pase de 1.5 a 1.1 millones de metros cúbicos. Quizá la realidad es que Buteflika se ha removido incómodo desde la puerta de su casa y ha pedido, como era de esperar, que se cierre un par de vueltas la llave del gas. 

Nuestra industria puede verse gravemente perjudicada en los próximos meses por las decisiones y los fracasos de dos tipos necios e incompetentes que nunca han sabido defender los intereses de España. El uno por haberse sometido apocadamente a los dictados de Francia (a quien nada menos que declara una de las partes en el conflicto sahariano), cuyo presidente fue quien le ordenó a ZP que entregase el Sahara a Marruecos. El otro por tratar de favorecer en exceso a la Caixa y pedirle a Zapatero que no secunde la idea del anterior Gobierno, referida a la construcción de un segundo gaseoducto que llegue a España sin atravesar Marruecos. El segundo gaseoducto, proyecto que avalaba el Gobierno del PP y hoy es promovido por Cepsa, Iberdrola y Endesa, le pone los pelos de punta al presidente de Gas Natural, sociedad que controla el único gaseoducto existente y más de una voluntad política. 

Artículo publicado el 11 de diciembre de 2004

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