El Rey habla con Diana Garrigosa en presencia de Pasqual Maragall el día de la conmemoración de los JJOO, en 2017. Las miradas hablan por sí solas. |
El primer problema de Maragall es su eyaculación precoz. Su segundo problema es la impotencia para ejercer de persona normal. De acuerdo en que un político nacionalista no puede comportarse como un hombre corriente, ya que entonces no sería nacionalista, pero si tenemos en cuenta el cargo que ocupa, venerado por tantos miles de catalanes, podría esperarse de él que actuase con cierta lucidez. Pues no, lo suyo es una eyaculación precoz tras otra, lo mismo la motiva su inclinación obscena al francés (quiere meter a los catalanes en la Francofonía) que el exigir látigo en mano y a todo bicho viviente el conocimiento obligatorio del catalán. Cualquier inmoralidad le excita con tal de ver el trasero de España alejándose de su territorio.
Con lo de eyaculador precoz está claro que no me refiero a la sexualidad del honorable (es un decir), actividad que podríamos definir como nula a pesar de que se pasa media vida jodiendo al prójimo. Hablo del uso de la sinhueso, muy precipitado a la hora de largar por esa boca toda suerte de barbaridades a cual más fastidiosa. Y siempre apuntando en la misma dirección, como los musulmanes pero al revés; éstos se postran hacia La Meca y a su manera ruegan a un supuesto dios, clemente y misericordioso, que los alojará en el Paraíso si deciden suicidarse asesinando en masa; aquél se sube al púlpito del Palau de la Generalitat y, de puntillas o a saltitos olímpicos, también a su manera profiere maldiciones en dirección opuesta, o sea, hacia Madrid, que es como llaman los nacionalistas compulsivos a la enemiga España. Ese Madrid donde ellos ejemplifican todas sus fobias y miserias, siempre pródigas.
La edad no perdona, ni la próstata, y el honorable (es un decir) hace años que rebasó la sesentena de tacos. Lo que significa que, junto al tabaco y el alcohol consumidos en cantidades industriales (que tampoco perdonan), no sería de extrañar que le hubiesen convertido en un ser disecado de cintura para abajo. Así que Maragall, deseoso de joder de algún modo y haciéndose cuentas del tiempo que dispone para dedicarlo a la práctica del coito mental non interruptus (¡qué otra cosa si no!), probablemente espera alcanzar su mayor orgasmo el día que pueda afirmar desde el balcón del Palau: Catalans, ja em cardat a la España dels collons!
De pronunciarse semejante alarido, antecedentes hay de ello, quizá fuese aclamado principalmente por esos miles y miles de emigrantes de origen español que, deslumbrados por algún extraño comportamiento humano no justificable ni por el más sabio entre los sabios, vienen ofreciéndole incondicionalmente sus votos a quien -de ser juzgado con dos dedos de frente- cabría ser considerado como enemigo público número uno de España. Ni siquiera formando un comité de sabios, algo propio de los socialistas, podría llegarse a explicar la razón que subyace en el hecho de que los votantes de Maragall estén convencidos de que entregan sus votos a un partido socialista, obrero y español. Todo un tema para nota de quien pretenda optar a la más acreditada cátedra de sociología. Maragall, al más puro estilo nazi, no dudará nunca en jodernos a todos mediante el uso de esos votos supuestamente no nacionalistas, comenzando por esos mismos votantes no catalanes pero asilvestrados en su feudo.
No es que las eyaculaciones verborreicas de Maragall sean excesivas, que sin duda lo son. No es que se hagan al buen tuntún, que se hacen, lo que ocurre es que el payo encima tiene suerte porque ha topado con un cobarde al que acaba chuleando por más que los varones socialistas protesten el sin sentido de don Pascuale. El verdadero problema, diríase, es que suelta sus eyaculaciones a destiempo y haciendo alarde de ellas. Vamos, precozmente y pregonándolas a los cuatro vientos, como si quisiera la complicidad de la prensa para demostrar al mundo (nacionalista, por supuesto) que él ya ha cumplido, y jodido. Y así no hay manera, porque no da tiempo a los de la ejecutiva del PSOE, y mucho menos al gobierno de ZP, a bajarse los pantalones y posicionarse en forma de ele, que es esa pose zerolera (de Zerolo) en la que Maragall espera encontrarnos algún día a todos.
Dentro de las filas del PSOE, a Maragall no se le discuten sus megaproyectos francófilos y españicidas. Se sabe que tiene mando en plaza sobre Zapatero y acabará haciendo su antojo, lo que sí se le critica es que sea tan bocazas. Con lo fácil que sería conseguir su propósito, y aún más si hiciera falta, a la chita callando, sin necesidad alguna de que ZP quedase mucho más anormal y asustadizo de lo que es, si es que ello fuera posible.
La penúltima jodienda de este honorable (es un decir) es su propuesta financiera para el nuevo estatuto. Cataluña (o sea, él mismo) se quedará con el 50% de todos los impuestos que allí se recauden. Eso para empezar, porque a la larga habrá que negociar un cupo similar al vasco, lo que equivale a quebrantar España y acabar con una patria de siglos. En lugar de alentar a su propio partido, siempre que consideremos como propio al PSC-PSOE, para que se legisle usando la cordura y se elimine la barbaridad que representan los cupos navarro y vasco, el socialista (¿?) Maragall prefiere subirse al carro de los privilegiados y joder así a las regiones más humildes.
Ante semejante eyaculación del prohombre (es otro decir), de inmediato han comenzado a berrear todos los barones socialistas y alguno más. Incluso el responsable de Política Autonómica del PSOE, un tal Perales, ha llegado a decir, más que nada para cubrir el expediente, “hasta ahí podíamos llegar”. Solo que el grito de denuncia de Perales, un segundón del partido, ha sido recibido bastante distorsionado por el eyaculador precoz, transformándose en “hasta ahí vamos a llegar, de momento”.
La moraleja de todo este asunto es que los españoles (creo que todavía hay alguno) no nos merecemos un gobierno socialista tan inútil y tan interesado en conservar las poltronas. Si esos barones tuviesen lo que hay que tener, en lugar de vociferar a escondidas, o como mucho esperando que alguna prensa lo recoja, deberían convocar de inmediato a la Ejecutiva del partido y darle un ultimátum a ZP: O le echas un par de cojones a tus relaciones con Maragall y Carod (también Ibarreche) o convocaremos un congreso extraordinario para destituirte, ¡so calamidad! Lo que pasa es que el socialismo es una ideología de medradores y paniaguados, constituida en la plaga que asola España periódicamente, y les entran escalofríos ante la posibilidad de perder sus cargos. Maragall lo sabe y abusa y vuelve a abusar, no ignora que a la larga lo tiene fácil con el tipo más pusilánime y mal bicho, por lo virulento, que haya dado España en sus dos mil años de historia.
Publicado el 30 de abril de 2005
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