Si se pudiera definir a un liberal como aquella persona que defiende la libertad de los individuos, no habría ninguna duda que Gregorio Ordóñez encajaría perfectamente en dicha definición. Valiente como él solo, practicaba la política de manera bien distinta a la de la mayoría de sus homólogos. Para él, el contacto personal con las gentes era mucho más importante que la política de despacho. Buscaba a las personas para saber cuáles eran sus inquietudes y necesidades… Ahora bien, si algo caracterizaba a Gregorio Ordóñez era la franqueza. No podía soportar que mientras una banda terrorista asesinaba, secuestraba, extorsionaba, amenazaba y hacía de las suyas por doquier, hubiera quienes adoptaran las tibias posiciones de las que hubo quien advirtió que Dios los vomitaría.
Gregorio Ordóñez tenía, además, el mérito de enfrentarse al truculento y complejo mundo nacionalista desde la capital española en la que la organización del crimen estaba mejor montada: San Sebastián. Porque siempre ha sido muy fácil gritar ¡ETA asesina! o ¡Viva España! desde un chiringuito de una playa gaditana o, como le gusta a Bonomagogo, desde el Alcázar de Toledo. Ahora bien, lo complicado, lo temerario diríamos inclusive, ha sido defender la libertad y la Constitución en Guipúzcoa. Hasta tal punto triunfó la manera de hacer política de Gregorio Ordóñez que, al igual que sucediera con Vidal Cuadras en Cataluña, sus resultados electorales fueron los mejores obtenidos por el PP en Guipuzcoa, lo que demuestra que a la gente hay que convencerla con argumentos claros y nítidos.
Pasado mañana se cumplirán diez años del asesinato de Gregorio Ordóñez. Un crimen perpetrado a sangre fría en un bar de San Sebastián delante de las mismísimas narices de la actual secretaria general del Partido Popular del País Vasco, y que entonces era su secretaria, María San Gil; una vasca aguerrida que desde aquél día decidió involucrarse de manera definitiva en la lucha por la libertad en el País Vasco. Con aquella muerte, se inició, además, una triste relación de concejales del PP y del PSE asesinados por los terroristas y cuyas muertes hicieron reaccionar a muchos que hasta entonces, por haber sido asesinados policías, taxistas o empresarios, despreciaban o simplemente ignoraban el verdadero trasfondo político de aquellas víctimas: la libertad y la integridad de España.
Que en esta hora tan llena de poncios y tancredines, el ejemplo de Gregorio Ordóñez nos sirva de acicate para defender la libertad y la democracia allá donde sea necesario.
Autor: Smith
Publicado el 22 de enero de 2005
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