Con humildad y sin rencor es la nueva consigna que los versátiles socialistas acaban de poner en circulación. Lo hizo ZP en sus primeras declaraciones, tras la comparecencia de Aznar en la Comisión del 11-M, y lo ha hecho hoy Moratinos al aludir a su trayectoria diplomática. Eso sí, después de medio disculparse de unas manifestaciones, cargadas paradójicamente de soberbia e inquina, en las que acusaba al anterior Ejecutivo de promover o secundar un golpe de Estado en Venezuela, cuando todos sabemos que la idea y la financiación del fallido golpe partió de Cisneros, el tipo que recibió el regalo de Galería Preciados, el amigo del alma de Felipe.
Moratinos, aun cuando se ha pasado las noches en vela buscando en el Ministerio algún papelote que pudiese refrendar su calumnia, sólo ha conseguido descubrir, como único hallazgo de tan afanosa búsqueda, una hojita tamaño octavilla que decía: Tonto el que lo lea. Y claro, con semejante prueba y tras haberla leído varias veces, es decir, tonto a la enésima, no ha tenido más remedio que lloriquear en el Congreso y asegurarles a los parlamentarios que él siempre ha sido un buen chico porque ha actuado con humildad y sin rencor. ¡Toma ya!
Una vez demostrado que en la izquierda el talante y el diálogo equivalen a malos modos e imposiciones, está claro que estos tipejos han decidido pasar al plan B y soltarles a sus prosélitos otro tipo de carnaza: Con humildad y sin rencor, que son palabras antónimas, según ellos, válidas para definir y descalificar la actitud utilizada por el ex presidente Aznar en el Congreso.
Pero dejando al margen a José María Aznar, debería añadirse que a los talantitos (en homenaje a Smith) quizá les ha faltado incluir en su nueva consigna un tercer vocablo antónimo que contraponer a la inmoralidad centenaria que han venido practicando. Es decir, la frase redonda de esta gente tan desahogada quedaría mucho mejor así: Con humildad, sin rencor y honradez a tope. Otro ¡toma ya!
En los próximos meses, o al menos hasta que no se les descubra la nueva engañifa, en cuyo caso pasarán directamente al plan C, oiremos a menudo el nuevo eslogan de quienes se definen a sí mismos mediante consignas virtuosas que finalmente resultan auténticos sarcasmos o actitudes huecas, que es esa burla cruel destinada a todo español desinformado, es decir, a esa especie de ciudadano que tanto necesitan para secuestrarles el voto a punta de ideología embaucadora.
No hay duda alguna de que el libro de estilo de este socialismo errático, atolondrado y sin principios, que nos tutela como si todos fuésemos menores de edad y necesitáramos la atención protectora de papa Estado, es poco menos que papel mojado para quienes deben interpretarlo. Su contenido, el del libro, cambia con la misma facilidad que esos perrillos sueltan la meada en cada farola o arbolito de un bulevar. El otro contenido, el de los lectores del libro de estilo, es de un vacío absoluto y sólo creíble para la gente cándida que les secunda o está dispuesta a aceptar la futura consigna ideológica del plan C: Mi mamá me mima.
La humildad, en el caso del talcualillo ZP, equivale a ponerse la venda antes de la herida y no representa más que su acoquinamiento previo a la comparecencia en la Comisión de investigación del Congreso, sobre todo visto el desparpajo usado por Aznar ante unos comisionados confabulados y sin reflejos, a los que el ex presidente les hizo una y otra vez el jaque pastor en tres jugadas.
Zapatero probablemente supone que la única formación que le interrogará en serio, sin duda el PP, no tendrá piedad de él y le hará esas preguntas que todos esperamos sobre su comportamiento, y el de su partido, durante los cuatro días de la infamia. Y eso le duele por anticipado. Y le inquieta. Y ha decidido adoptar la actitud de víctima sumisa para suplir su falta de recursos intelectuales y éticos. Y de repente ha pensado en el uso del término humildad, que es como se llamará a partir de ahora entre los cómplices de ZP a la ignorancia, a la escasez de moral y al entreguismo amilanado.
Así, pues, adoptando sin pudor alguno la filosofía de la última enmienda a su libro de estilo, Zapatero ha resuelto ofrecerse como víctima propiciatoria de esa derechona rencorosa (¿verdad, señor González?), que además carece de talante y no dialoga. El talcualillo actuará así, entre otros motivos, porque sabe que el resto de los grupos parlamentarios, en lugar de interrogarle como debieran le arrojarán puñaos de paja y además con la intención de no darle. Incluso no sería de extrañar que más de uno de esos grupos prefiera replicar en su intervención al portavoz del PP.
Un PP que, como viene sucediendo desde que es oposición y Aznar no manda, practicará la blandura con ZP y no sólo le permitirá que salga vivo del Congreso, con independencia de lo que haya dicho, sino que es posible que tampoco haga nada para evitarle su salida a hombros, en olor de multitudes (aquí es imposible utilizar loor) y a los gritos de estadista, estadista. Y eso suponiendo que entre Llamazares y el tipejo de Esquerra no le hagan la silleta de la reina.
Artículo publicado el 1 de diciembre de 2004
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