lunes, 4 de diciembre de 2017

Cielos nacionalistas


Quien sólo contemple la posibilidad de ceder ante el chantaje de los facinerosos, en lugar de pedirle al pueblo que renueve su voluntad en las urnas y busque mayorías sólidas, no merece gobernar una nación de la grandeza y la autenticidad de España. El gobierno que mal dirige ZP, cuya permanencia en el cargo debe ser refrendada hasta para lo más nimio por quienes le extorsionan y al mismo tiempo abominan de lo que él representa, no tardará en ofrecernos otra prueba de acatamiento a las exigencias de sus socios nacionalistas. El asunto me parece de una gravedad extrema y por ello me siento obligado a comentarlo con algún detalle. De todos modos, los tres o cuatro que han leído un artículo mío hasta el final saben de sobras que soy propenso al uso del teclado.

La noticia de lo que podría definirse como una nueva llamada al sálvese quien pueda la facilitó el día 14 Europa Press: El Congreso de los Diputados aprobó esta tarde, con el único rechazo del PP, la toma en consideración de una proposición de Ley iniciativa del Parlamento de Cataluña en la que se solicita la aprobación de una Ley Orgánica para que el Gobierno traspase a la Generalitat de Cataluña los servicios meteorológicos situados en esa Comunidad que actualmente dependen del Estado

Me gustaría recordar que las competencias de la Autoridad meteorológica, como es el caso del Instituto Nacional de Meteorología (INM), corresponden en exclusiva al Estado y lo determina así la Constitución española; esa exclusividad, además, afecta a todo el territorio nacional puesto que aquí no hay fueros ni derechos históricos que valgan. Es cierto que el Estatuto catalán se reserva para sí las competencias del servicio meteorológico en Cataluña, pero no debe concedérsele mayor valor a esa frivolidad (parece mentira que hablemos de frivolidad respecto a una Ley Orgánica) puesto que la normativa de superior rango es la que prevalece siempre. Y ante la Constitución, cualquier otra ley que la contraríe es poco menos que papel mojado. El asunto demuestra, por lo demás, otras circunstancias significativas: La irregularidad con la que ciertos estatutos se elaboraron y el mirar para otro lado ante esas infracciones de los partidos en el poder y el Tribunal Constitucional.

Veamos el historial de la nueva trastada que se avecina: En julio del año 1996, una vez refrendados los pactos del hotel Majestic de Barcelona entre el PP y CiU, pactos derivados de las elecciones generales del mes de marzo del mismo año, la Generalitat catalana creó el Servei de Meteorologia. En octubre del mismo año, el Parlamento catalán instó por primera vez al Congreso para que se transfiriera esa competencia a la Generalitat. Se desconoce si hubo acuerdo secreto entre Aznar y Pujol para que la Meteorología entrase en el lote de los pagos exigidos por los nacionalistas, pero la lógica obliga a pensar que no fue así, porque el Congreso de los Diputados no atendió en esa ocasión la demanda del Parlamento catalán y a pesar de ello el apoyo de CiU se mantuvo toda la legislatura, y con piropos constantes a Aznar. Parece más razonable pensar que la creación del Servei en el 96 no fue más que un aprovecharse de la situación de debilidad parlamentaria de los populares para crear un departamento paralelo al INM, con unas funciones que entonces se consideraron de tipo testimonial. 

En agosto de 2002, cuando casi concluía la legislatura catalana y Pujol había decidido que no se presentaría a la reelección, comenzó una especie de fiebre creativa que tocó a rebato en toda clase de reivindicaciones y en la que los nacionalistas arreciaron en el descrédito del presidente Aznar, tildándole como poco de intransigente. Esa fiebre determinó que el Servei de Meteorologia se incorporase al paquete propagandístico de la larguísima campaña electoral de Pujol a favor de su hereu, un tal Mas. Como primera medida se convirtió el Servei en empresa pública, luego se potenció con la incorporación de unos cuantos empleados digitalizados (escogidos a dedo de entre los poseedores de carné) y finalmente se creó la marca METEOCAT para exhibirla como un eslogan adicional de la campaña.

Tales decisiones del Gobierno catalán, manifiestamente fuera de la ley sin que el bendito de Aznar les llamase al orden o pusiera el asunto en manos del Fiscal General del Estado, ignoraron expresamente que la delegación del INM en Cataluña, con personal muy cualificado y dotados de lo último en tecnología, había elaborado en los últimos años una información realmente aceptable que además ofrecía siempre en los dos idiomas oficiales, luego no era cuestión de cubrir una deficiencia en los servicios públicos destinados al usuario catalán, sino de levantar una bandera reivindicativa adicional con la que envolverse en las elecciones autonómicas de 2003. 

Por su parte, los comentaristas del tiempo en la TV3, sedicentes meteorólogos cuando ninguno de ellos posee el título, no dudaron en acrecentar durante todo el año de campaña electoral sus críticas a las predicciones del Instituto Nacional de Meteorología, resaltando fallos que a menudo no se habían producido o maximizando pequeños errores que la técnica aún no permite eliminar. Eso sí, obviando, con esa sangre fría que poseen los sectarios más recalcitrantes, que ellos, los meteorólogos de la TV3, desde siempre se han comportado como auténticos cuatreros que piratean los productos del INM y luego los ofrecen como propios a los espectadores catalanes. Incluso recuerdo algún comentario en la TV3 que afirmaba más o menos lo siguiente: Siempre que el Rey está en Cataluña (ellos nunca utilizan Barcelona, sino Cataluña) y quiere salir a navegar, ir a la nieve o conocer qué tiempo tendremos, se fija en la TV3 porque la información meteorológica es mucho más fiable ¡Por Dios, si el Rey hubiera sabido cómo la elaboran!

La propaganda política a favor de METEOCAT y el descrédito del INM por quienes más se habían aprovechado de él, crearon una falsa necesidad en Cataluña que ha perdurado hasta nuestros días. Porque el nacionalismo, una vez anota en su agenda cualquier competencia que considere reivindicativa, jamás desiste en su labor pedigüeña aunque la transferencia sea una barbaridad desde el punto de vista técnico. Y es que sólo de barbaridad puede catalogarse el hecho de que en una ciencia donde es imposible que existan las fronteras humanas, a partir de la concesión indecente de unos a la indecente petición de otros se decida que debe estudiarse en castellano el clima de la orilla occidental del Ebro mientras se usa el catalán para la oriental. Cualquier experto en meteorología ha oído hablar del efecto mariposa y todos conocen que el clima mundial es sólo uno, al que le afectan variables de gran escala, como puedan ser la Corriente del Golfo o lo que se conoce como El Niño, otra corriente oceánica, que ni siquiera los grandes estados pueden estudiar por sí solos. Pues no, a partir del próximo traspaso de la delegación del INM en Barcelona los nacionalistas catalanes podrán asegurar con esa caradura que les caracteriza que en su caso incluso el tiempo atmosférico posee hechos diferenciales.

Para finalizar este largo artículo, verdaderamente sangrante para mí como algunos no ignoran, me gustaría copiar aquí parte de un correo electrónico que circula estos días entre los profesionales del Instituto Nacional de Meteorología: Estimados compañeros (muchos, dentro de poco, ex-compañeros): La cosa está ya hecha y como era de esperar, sin consultas, sin estudios, sin recabar criterios técnicos, ni científicos, ni económicos, ni internacionales, ni de sentido común. Adiós INM, sálvese el que pueda

Zapatero acaba de amargarles la vida, y las Navidades, a más de 1.000 familias, que son los técnicos y científicos de alto nivel que componen la plantilla de un INM, modélico en muchos sentidos y comenzado a desguazarse como pago a los chantajistas. Tras el nacionalismo catalán, hay ya al menos otras tres comunidades que quieren disponer de sus propios fenómenos meteorológicos. ¡Ver para creer!

Artículo publicado el 16 de diciembre de 2004

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