No deseo ocultar a nadie que entre Israel y el enjambre de dictaduras que lo rodea mi simpatía se decanta hacia el lado de la nación judía. Ojo, no hablo de los pueblos en su conjunto ni de las personas vistas de una en una, que para mí tienen inicialmente el mismo valor, me refiero exclusivamente al sistema ideológico-político de esa área tan castigada. Una ideología que al pueblo israelí le permitió acceder hace años a la democracia, lo que a su vez facilita su supervivencia, mientras que en el entorno de Israel, a mil kilómetros a la redonda, han ido desfilando dictadores de todo pelaje, cuando no tiranos sanguinarios.
Hoy he leído en LD la siguiente noticia: Sharon rechaza que Europa participe directamente en el proceso de paz palestino-israelí. Lo primero que he pensado es: ¡Bien por ti, Sharon! Veo que mantienes las ideas claras y que no puedes confiar el destino de tu pueblo a los desvaríos de gente como Chirac, ese presidente francés que precisa del lodazal político para que prevalezcan los intereses de Francia o, lo que es mucho peor, sus inconfesables chanchullos particulares, algo más que demostrado tras conocerse que la industria armamentística francesa alimentó al tirano Sadam hasta el último minuto. Un hecho definitorio, si no fuese prueba más que suficiente contemplar el Imperio basura que la grandeur francesa conserva en África desde hace décadas, donde las hambrunas y genocidios recorren anualmente, como un tsunami perverso y estimulado por la codicia humana, todo el Sahel francófono.
Si Europa, como conjunto de estados, no contase con un alto déficit democrático que la Constitución que se avecina no paliará, porque las decisiones que adoptan los mandatarios europeos en las denominadas cumbres no dejan de ser el resultado de una brega previamente encauzada en los subterráneos de la política, otro gallo cantaría respecto a la opinión de Sharon o de cualquier político israelí con un sentido común similar. Debe quedarnos claro, pues, que Sharon, como cualquier amante de su patria, no tiene intención alguna de ejercer de ZP y echarse en brazos de quien controla Europa, que no es más que ese eje franco-alemán donde la parte alemana, muy debilitada por su veleidosa e ineficaz política interna, también practica el desistimiento a favor de Chirac.
Sharon afirma que Europa mantiene posturas no equilibradas, una afirmación que al propio Sharon le concede el don del equilibrio al tiempo que no le exime de cualidades diplomáticas. Cualquier político deseoso de confrontaciones verbales, y a Sharon a veces se le achaca cierto desenfreno, hubiera expresado claramente que Europa debe posicionarse de un modo tajante a favor de naciones democráticas como la suya. Nada de equilibrios, que en este caso equivale a injusticias o a primar al infractor de los derechos humanos. ¿Qué sentido tiene que Europa haya condenado una y otra vez regímenes dictatoriales como el de Castro si cede ante países de Oriente Medio? Porque a esas dictaduras mesoorientales a las que Europa les dora la píldora no sólo profesan una ideología muy similar al régimen cubano, es decir, despótica, sino que el despotismo viene agravado y centuplicado por un terrorismo de Estado que desea eliminar físicamente a toda una nación vecina. ¿Habrá mayor motivo para la condena? No, si uno es demócrata de corazón.
Sharon, que con su prudente comentario ha demostrado de nuevo el gran estadista que hay en él, aún refuerza más esa condición al afirmar que Europa debe asumir un importante papel en la mejora de las condiciones de vida de los palestinos. En opinión de este modesto articulista (con perdón) de Batiburrillo, si Sharon expresa su deseo de que Europa ayude a sus vecinos, con ello manifiesta otras dos cualidades admirables: 1. Su ausencia de malicia al no compartir el viejo aforismo de al enemigo ni agua. 2. Su perspicacia ante la idea de que la abundancia de pan derrota cualquier violencia. A condición, claro está, de que el pan se trocee como Dios manda (en este caso Alá) y cada mano acceda a su ración.
Sharon, que se reunió con los diplomáticos israelíes y habló para ellos, destacó el esfuerzo que éstos deben realizar para que resalten con firmeza el derecho a existir del Estado judío. Nada más lógico para un presidente de Gobierno que pedir a sus embajadores la defensa de la nación que representan, que es justo lo contrario, lo digo con suma tristeza, a lo que se practica por parte de la diplomacia española, dispuesta en los últimos meses a entregar armas y bagajes, como ha ocurrido en el caso Gibraltar, a quienes cuestionan nuestra integridad territorial.
Y es que al Gobierno socialista, a diferencia del gobierno de Sharon, lo que más le motiva es la rendición preventiva ante sus enemigos externos e interiores. Por eso Sharon debe ser un magnífico referente para cualquier liberal hispano, o lo que es lo mismo, para cualquier demócrata español.
Artículo publicado el 29 de diciembre de 2004
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