La semana pasada, a raíz de dos noticias publicadas en redliberal (condena del alzamiento del 18 de julio en el Parlamento Europeo y homenaje a los arquitectos exiliados), hubo algún contumaz que todavía justificaba la política socialista de intentar ganar una guerra que en el campo de batalla había perdido. Nosotros intervinimos de manera profusa en la bitácora de José Carlos Rodríguez defendiendo, además de los argumentos históricos que quitan totalmente la razón a la izquierda paleolítica, una idea básica: No ha de tardar el PSOE en sacar de nuevo a colación el tema de la guerra civil de una o de otra manera. Tal fue así que al día siguiente del injustificable circo montado en el Parlamento de Europa, el PSOE sacó a relucir el homenaje a los arquitectos exiliados y al que se iba a unir, de manera un tanto chusca, creemos, el difunto -q.e.p.d.- arquitecto que tanto hizo durante el franquismo: Chueca Goitia.
Pero no se piensen que el tema ha terminado. Al revés, el tema va para largo. Cuando en esta bitácora defendimos hace unas semanas que ante la gravedad de los problemas que acucian a España (cohesión nacional, precio de la vivienda, paro, déficit, Unión Europea…) Talantitos había aplicado su propia política de distracción popular, centrada básicamente en un ataque sin precedentes a la Iglesia y a los católicos en general, todavía no habíamos caído en la cuenta de que el Bálsamo Zetapé tenía otra faceta tan siniestra como aquella: el guerracivilismo. Vuelta a la guerra desencadenada en 1934 por el PSOE y perdida por la izquierda definitivamente en 1939. Vuelta al régimen dictatorial surgido por el guerracivilismo desatado por el estalinismo largocaballerista. Éste sí que es un bucle melancólico, que diría Juaristi. Lo demás son cuentos.
Según ha informado la Cadena Cope esta mañana, ahora le ha tocado el turno a los “símbolos franquistas” que todavía quedan en el Congreso. No sé exactamente qué “símbolos” se piensa cargar Zetapé, pero de entrada le recordamos que algunos de éstos símbolos siguieron siendo oficiales bastantes años después de las muerte del general Franco, por lo que cargárselos puede significar la desaparición de algún que otro “símbolo” que acompañó los inicios del presente régimen constitucional. Pero tan sólo queremos hacer dos puntualizaciones. La primera es que si van a eliminar todos los residuos franquistas por anticonstitucionales, esperamos que se siga el mismo criterio para cualquier simbología o residuo de la República e incluso de la Monarquía alfonsina, isabelina o fernandina, pues son igualmente anticonstitucionales. Y segundo, y cundiendo con el ejemplo, estamos esperando que el Fiscal General del Estado llame rápidamente a declarar a Maragalletxe y a Ibarretxe para que expliquen por qué el primero se dejó fotografiar junto a una bandera estelada en Macao y el segundo por qué no aparece jamás en la Lendakaritza con la bandera nacional al lado de la regional, tal y como exige nuestra Constitución. No se puede exigir constitucionalismo y democracia a regímenes pasados surgidos a raíz de una guerra, cuando 25 años después, aquí, ni el PSOE (PSC, PSE…), ni el PNV, ni ERC, cumplen con leyes básicas.
Autor: Smith
Artículo publicado el 3 de noviembre de 2004
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