domingo, 26 de noviembre de 2017

Todo a 100


Este es el número 100 de los artículos (palabra pretenciosa para una bitácora, lo reconozco) que inserto en Batiburrillo, página creada gracias al desinterés de Daniel Rodríguez Herrera -cuyo interesante blog se denomina 1812-, y es nuestro coordinador y hombre bueno de Red Liberal y sobre el que recaen otras 100 razones más para mostrarle agradecimiento. Gracias por ese altruismo, Daniel.

Batiburrillo fue un nombre escogido en segundo lugar (ya ni recuerdo el primero) y pretendía indicar que en mis escritos lo mismo sería capaz de planchar un huevo que de freír una corbata, tal era la arrogancia con la que me contemplaba a mí mismo, en la faceta creativa, desde la cúspide del cerro de los presuntuosos. Pocos meses han bastado, puesto que comencé a escribir el 16 de abril de 2004, para que me despeñase de ese cerro de vanidad y viniese a parar a terreno llano, donde la llaneza es la cualidad que impera y la que más se agradece en la familia liberal, a la que creo que pertenezco aunque quizá con poco merecimiento.

Entre los 100 artículos ha habido de todo, desde temas de fondo como pueda ser la serie sobre el Islam (en la que no ha faltado alguna investigación) o uno de mis preferidos titulado La Casa de la Guerra, hasta simples notas muy críticas que yo denomino Parágrafo por estar elaboradas en un único párrafo. También he procurado hacer algún pinito en temas históricos, más por afición que por conocimientos. En ese aspecto, me siento bastante orgulloso (con perdón) de un trabajo personal sobre la ubicación de la batalla de Guadalete, que nada tiene que ver, ni de lejos, con la intención de esta bitácora, destinada inicialmente a ser un martillo de infieles.

Con todo, lo que más ha predominado ha sido la crítica a determinadas actitudes de la izquierda y el nacionalismo, quizá a ambos por un igual, si bien reconozco que el personaje estelar de mis comentarios ha sido Pascual Maragall, precisamente porque en él concurren tres de las circunstancias políticas que más detesto: La soberbia no exenta de desprecio a los demás, el clásico izquierdismo envuelto en falsedades que simulan buscar el bien común y, lo peor de todo, el maltrato a su masa principal de votantes que rechazan, podría jurarse, una imitación deleznable de ese nacionalismo de Pujol que Maragall secunda con tanto entusiasmo.

Han sido más de 500 los comentarios que se han insertado en la bitácora y algunos de ellos de una calidad extrema, como es el caso de una nota de Arboladura (por citar sólo uno), que define con maestría e ingenio el centrismo político: <b>Yo más bien veo la palabra centrismo como un comodín bueno, no para nada, sino para todo. Es la indefinición que da margen al depredador de votos para usar y abusar de la demagogia y caminar siempre de perfil, sin exponerse a la confrontación de las ideas. La cobardía y la ambición de poder, sabiamente combinadas

También he padecido plagas de insultadores profesionales, escamots, y algún que otro troll, que es como creo que se llaman a los que insertan basura gráfica en lugar de frases. Los nacionalistas furibundos tampoco han faltado, es lógico, la vehemencia que a veces practico debe hacerles mucho daño en más de una ocasión. Recuerdo que a uno de ellos incluso le di la opción de exponer sus ideas en Batiburrillo, dándole a entender que le facilitaría la clave de acceso para que insertase cuantos artículos apeteciera, como si de una página bipersonal se tratase, como si escribiésemos libremente él y yo. No aceptó, siguió haciéndose el ofendido ante mis comentarios críticos hacia el nacionalismo y sólo se marchó cuando le mostré, recopilados, sus más de treinta insultos distintos y graves dirigidos hacia mí. 

Ahora, en septiembre, comenzamos un nuevo curso político. Lo que pudiera haber sido la consolidación de España como un país de primera fila si hubiese seguido gobernando el PP, me temo que se convertirá, por culpa del Señor de La Nada, en un declive continuado y en un realizar pagos sin tregua a cuantos apuntalan interesadamente a un individuo que carece por completo del sentido de Estado. Los demócratas de corazón y mente, cuyas fuerzas de élite son sin duda los liberales, tenemos mucho trabajo por delante si queremos denunciar las infamias y tropelías que se practiquen. Así, pues, en ello estamos y en ello seguimos.

Artículo publicado el 2 de septiembre de 2004 

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