Hace alrededor de un año, como si nos enseñase una especie de certificado expedido por alguna divinidad celestial, Pascual Maragall se paseaba por las televisiones y otros medios informativos mostrando un recibo de la compañía del agua que él, supuestamente, había pagado por el consumo realizado en su vivienda. El ahora President no dudaba en mantener ostentosamente desenvainado el citado recibo ni en agitarlo al viento ante la cámara, mientras profería su cantinela hidrológica y antisocial de a los del sur ni agua, que la derrochan.
El político añadía siempre, con esa solemnidad de la que sólo es capaz de hacerlo un falso socialista, toda una serie de frases semejantes a esta: Aquí lo que procede es que se pague el agua al precio que corresponde, porque mientras yo pago esta barbaridad (nueva agitación del recibo), en Murcia y Alicante pagan mucho menos. Claro que el muy pillín, y le catalogo con excesiva indulgencia, nunca dejaba quieto el recibo ante la cámara porque quizá se hubiese visto el importe real del agua pagada y las numerosas partidas adicionales que le endilgan el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Catalunya.
El agua en Barcelona no es barata, cualquiera que haya vivido en esa ciudad podría dar fe de ello, pero de ahí a afirmar que es mucho más cara que en el Sureste, donde se supone que debía llegar el trasvase del Ebro, es una falsedad tan grande que sólo un tipo como Maragall, que carece de escrúpulos en determinados asuntos, puede permitirse ir paseando por las televisiones. Ahora se comprende que nuestro ínclito personaje, ínclito y mentiroso, no pretendía más que captar votos a base de papel mojado, como ha quedado de relieve mediante el estudio efectuado por Consumidores en Acción, una asociación independiente que nos demuestra, en efecto, que en Barcelona el agua es cara, pero que es aún más cara en Alicante y en Murcia.
Artículo publicado el 3 de septiembre de 2004
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