El grado mínimo de libertad que se debería de consentir en los países musulmanes es el de la actual Turquía, estado semilaico en el que si bien un partido confesional gobierna en el presente, con las inevitables arbitrariedades que ello comporta, existen algunas opciones para la alternancia política; quizá con pocas garantías democráticas aún, pero al menos muy alejado de la tiranía del resto de las naciones islámicas
Hay poderosas razones para desear que los pueblos alcancen una cota razonable de manumisión respecto a ciertas ideas religiosas, no sólo por la seguridad de Occidente, la única civilización que hoy tenemos en el planeta, sino para que el pueblo musulmán (aquí no cabe hablar de ciudadanos), principal afectado de la sinrazón, comience a sacar el pie del lodo y deje vivir a otros, como a los acosados israelíes.
Ayer, el presidente norteamericano, tras aprobarse la nueva resolución del Consejo de Seguridad que respalda al actual Gobierno interino de Iraq, al que le permite asumir la soberanía el 30 de junio (ZP hace de nuevo un ridículo espantoso urbi et orbi), propuso que la OTAN se implique más en la cuestión iraquí, ya que la resolución también autoriza la presencia de una fuerza multinacional en la pacificación del territorio.
La petición, a mi juicio, no puede ser más lógica, porque si la OTAN no interviene allá donde se hace necesaria la presencia de fuerzas pacificadoras, recordemos que la organización se mantuvo activa para contrarrestar un Pacto de Varsovia que ya no existe, tendríamos a cientos de miles de soldados destinados a entrenarse para nada o entretenidos en jugar a los desfiles y exhibiciones, lo que sólo nos dejaría la opción, por pura coherencia, de abolir un organismo que sería prácticamente innecesario.
Sin embargo, no sólo parece que la actual OTAN sea hoy de gran utilidad al mundo libre (algo que Zapatero y su gobierno no acaban de asimilar), más que nada porque la ONU es la casa de la discordia, la corrupción y los intereses creados, sino que en el futuro debería de corresponderle un papel claro en la expansión de la democracia planetaria, comenzando por la principal zona exportadora de disturbios, ideas fanatizadas y terrorismo: El opresor mundo islámico.
Si consideramos que la OTAN está compuesta en su totalidad por estados democráticos (prefiero incluir a Turquía en el grupo), la comparación con cualquier otro organismo internacional, como por ejemplo la Liga Árabe, resultaría tan innecesaria que la idea sería perfectamente atribuible a maese Perogrullo. Pero no es tan así, puesto que se cita a la Liga como posible interlocutor en una conferencia donde la segunda parte representada sería la OTAN.
Y es que la Liga Árabe, en aras de la libertad y el avance de la civilización humana, debe ser llamada a capítulo sin demora alguna. Los veintidós países que componen la Liga, ninguno de ellos con un grado de libertad tolerable, más ese Irán secuestrado por los ayatolás y ese Pakistán poseedor de armas nucleares y de cuanto fanatismo sea capaz de concebir nuestra mente (como lo demuestra el hecho de que un grupo de pakistaníes profanase a conciencia la catedral de Barcelona), deberían de sentarse obligatoriamente en una lado de la mesa, aunque fuese preciso llevar a sus dirigentes a rastras, y en el otro, en actitud de máxima firmeza y pretensión, se situarían las democracias que componen la OTAN.
El orden del día sólo podría ser uno y debería contener dos exigencias inapelables: 1. Democracia. 2. Declaración de laicismo en las instituciones y respeto a cualquier confesión religiosa. Para ello, la OTAN concedería un plazo de tiempo razonable, quizá de cinco años, en los que cada uno de los estados de la Liga Árabe, más Irán y Pakistán, deberían de acatar lo dispuesto por el mundo libre o atenerse a las consecuencias.
Por supuesto, se arbitraría todo un programa de sanciones, entre las que no deberían descartarse la ocupación de determinados países o zonas, para quienes incumplieran con el mandato de la OTAN. Así, actuando por áreas geográficas en función de las necesidades y prioridades de los humanos libres, se acabaría civilizando a la mayor parte del planeta o a todo él. OTAN, de entrada sí.
Artículo publicado el 10 de junio de 2004
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