miércoles, 29 de noviembre de 2017

Lo mejor de ambos mundos



Aunque pueda parecer un contrasentido, aseguraría que ZP es muy consciente de su mediocridad y atolondramiento, defectos que probablemente le acomplejan y le hacen vivir receloso, con bastante temor a que en cualquier momento le llegue un zarpazo desde sus propias filas o a que un Vera cualquiera, en un berrinche, saque a flote tonelada y media de trapos sucios que acaben salpicando al propio Zapatero o pongan KO al PSOE de cara a las siguientes elecciones. Cómo se explicaría, si no fuese así, que el talantudo se haya rodeado de ministros que en cualquier empresa privada no hubiesen dado la talla para vigilante de garita.

Uno de esos ejemplares no aptos para la garita, a quien enseguida se le advierte tullido de pensamiento y cargado de espaldas a fuerza de acarrear sus muchas y pesadas pifias, es precisamente el ministro que nos representa en el exterior, quien ha demostrado en más de una ocasión que es incapaz de realizar su trabajo con un mínimo de decoro. A semejante personaje se le ha ocurrido ahora la idea, o se la han soplado, de aplicar a los gibraltareños el mismo método usado por los gobiernos socialistas para contentar a los titiriteros, método que tan buen resultado les ha dado a lo largo de varias legislaturas, fidelizando al progrerío, y que no es otro distinto al de corromperles con prebendas.

Moratinos prepara un acuerdo con su colega británico que obligará a España a permitir que cualquier aeronave aterrice en Gibraltar aunque proceda de otro aeropuerto español. También que cualquier buque, venga de donde venga o vaya a donde vaya, recale en la Roca y luego entre en puertos hispanos. El proyecto contempla asimismo que los españoles le suministren a la colonia británica cuanta agua y alimentos necesite, e incluso, como una vergüenza añadida, a que les retiremos la basura a los llanitos. Y todo eso para empezar, puesto que en las próximas negociaciones entre los gobiernos británico y español, para cuyo inicio ha sido precisa semejante bajada de pantalones, el tercer gobierno en discordia (ningún término más apropiado) será el de Gibraltar, que recibirá el reconocimiento de delegación autónoma, con voz y voto. 

¿Qué recibe a cambio España? No lo sabemos aún, pero todo apunta a que el gobierno del PSOE persigue seguir presumiendo de talante y de dialogar, esta vez con los británicos, verdaderos maestros en eternizar las conversaciones y en la elaboración del agua de borrajas. De ahí que uno intuya que el procedimiento sugerido más arriba, según el cual Moratinos quiere convertir a los llanitos en hispano dependientes, no es más que el viejo truco de las 30 monedas, como si fuesen un grupo más de titiriteros, homosexuales o nacionalistas a los que contentar con prebendas o con nuevas leyes que les compense sobradamente cualquier cesión mínima y sin valor alguno.

De hecho, el plan Moratinos no deja de ser una especie de marcha verde pero al revés, es decir, abrimos de par en par nuestras fronteras aéreas, terrestres y marítimas y les invitamos a que nos invadan al británico modo, dándoles a entender que aceptamos a gusto, sin restricción alguna, las inversiones de ese dinero fácil y negro obtenido en la Roca a través de sociedades fantasmas que infringen toda clase de reglamentos españoles y europeos. Se trata de que ocupen nuestras mejores parcelas en primera línea de costa y puedan construirse, con generosas facilidades de las que ahora no disponen, esas villas de lujo que el escaso territorio del peñón les impide poseer. Porque el nuevo rico, no lo olvidemos, desea vivir en un palacio y conservar el trabajo no demasiado alejado, que es lo que Moratinos va a tratar de hacer compatible, a cambio de nada, con los piratas gibraltareños.

Hay que decir que el plan no estaría mal si no se advirtiera asimismo la mayor de las inmoralidades y una ingenuidad galáctica. Porque intentar hacer ciudadanos españoles a los gibraltareños, o al menos inculcarles la vocación de serlo, si es mediante el sobreprecio de tener que comprarles de uno en uno con nuevas aportaciones territoriales en forma de fincas privadas, no es precisamente el método de igualdad social más admirable ni más comprensible para el resto de los españoles. Eso sin contar que esta gente de Gibraltar no tiene ni un pelo de tonta y que a lo único que aspiran es a disfrutar de lo mejor de ambos mundos, lo que significa que por mucho cebo que se les ponga a este lado de la verja, que es la ingenuidad que pretende Moratinos, difícilmente dejarán de poner obstáculos a la soberanía española porque se les acabaría el chollo principal en la Roca, que es de lo que viven y las villas de lujo cuestan mucho de mantener. En el peor de los casos, un palacio o una villa siempre podrán conseguirla al otro lado del estrecho o a dos horas de vuelo. De todos modos, la mejor hipótesis para un llanito es que se sucedan los moratinos pardillos en los gobiernos de España, a poder ser socialistas.

Artículo publicado el 28 de octubre de 2004

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