Las elecciones europeas ofrecen unos resultados que deben hacernos creer que hay vida en Marte. Y me refiero a Marte, un planeta árido y sin atmósfera, como paradigma de ese mundo donde se asientan las ideas yermas y los hechos destructivos del PSOE, que es exactamente a lo que hasta ahora se ha dedicado la política de ZP, a destruir cuanto había quedado en proyecto o a medio hacer, como el Plan Hidrológico y la LOCE, como las nuevas autovías o las redes de ferrocarriles de alta velocidad.
Ni Europa de los pueblos ni gaitas, los veinticinco países europeos han votado en primer lugar al partido que representa la eficacia y la creación de riqueza, el Popular, que sube nada menos que 37 escaños. Luego le siguen socialistas, que bajan 24, y liberales, éstos últimos a una cierta distancia pero en notable ascenso. Allá abajo, al fondo, se sitúan los comunistas y los verdes, perdiendo buena parte de su escasa representatividad y situados en esa zona donde el pueblo coloca en cuarentena, para que no contagien, a los bichos infestados de rabia, de odio o de engaño. En un compartimento estanco, alojados convenientemente entre paredes acolchadas para que no propaguen su locura, se ubicarían los grupos nacionalistas, cuatro fulanos que han conseguido escaño para dar la nota y ejercer de euro payasos.
Es significativa, también, la debacle de los dos amigos del alma de Zapatero, Chirac y Schröder, quienes según el talantudo son su norte y su guía y representan a esa Europa simpática, que diría un conocido nazi, a la que quiere que nos sumemos. Mejor dicho, a la que quiere que nos entreguemos con las manos en alto y sin camisa, como esos que se ofrecen al delincuente, que tal es la condición del franchute y del germano, para que sean liberados los rehenes de la sucursal bancaria. Sólo que aquí, en esta Europa del eje franco-alemán, los asaltantes son el Canciller y su colega del otro lado del Rin, y el resto asumimos el papel de clientes a los que les ha pillado dentro de la oficina del Banco.
En España, porque todavía se llama así aunque algunos pretendan que cambie a Zapatilandia, el PSOE ha ganado por los pelos a pesar de desplegar desde hace meses todo su potencial mediático. Me alegro, no de que haya ganado el exterminador de la vida en Marte, sino de que la victoria suene a estupidez capitulada. Estos mediocres que ahora nos rigen, algo bien distinto a gobernar, han demostrado tal incapacidad para hacer algo decoroso e ilusionante, que el pueblo, aprovechando ese calorcito de junio, ha preferido dedicarse a las playas y a las piscinas antes que acercarse a depositar su voto y atender a la consigna de un ZP ridículo que aseguró, no sólo a través del CIS, que España daría una lección democrática a Europa votando masivamente.
En España, siempre, los comunistas y partidos nacionalistas han quedado como lo que son: Gente que practica la follonería y el radicalismo. El comunismo del desastroso y esperpéntico Llamazares se queda en la mitad de lo poco que tenía, bajan catalanes y vascos nacionalistas y eso tan sarcástico que se llama Europa de los Pueblos, cuyo líder espiritual es el infame Carod, consigue poco más de un 2% de los votos emitidos a pesar de que sus militantes, fanatizados hasta la saciedad, consagran sus vidas a reunir el rebaño en cada votación que se efectúa. Aunque sólo fuese por este último dato, en el resultado de las elecciones europeas habría motivos como para tirar cohetes.
Artículo publicado el 14 de junio de 2004
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