José Luis Rodríguez Zapatero acaba de descubrir la democracia a la violeta, un sistema sui géneris para cargarle a otros el muerto de sus torpezas. Por lo visto no basta con hacer lo contrario de lo que hicieron los populares ni seguir culpando a Aznar de cuantas tropelías cometa el gobierno socialista durante los próximos años. No, no basta, hay que buscar nuevos responsables a quienes adjudicar los desaguisados que se avecinan. Se trata de reunir a unos cuantos políticos ajenos al gobierno de España y delegarles más autoridad de la que tienen, algo que a Zapatero no parece que le cueste demasiado visto el maremágnum que impera entre sus ministros.
A la violeta es como definió el escritor ilustrado del XVIII, José Cadalso, a los autores de su tiempo que pretendían saberlo todo sin estudiar nada. Una situación, diríase, que es en la que se encuentra ZP respecto a cualquier asunto de gobierno. Habla de Izar en Bilbao, mete la pata; habla de la situación de Iraq en Túnez, mete las dos; critica el contrato de imagen con el lobby norteamericano Piper Rudnick, y lo ratifica unos días antes de su visita a la sede de la ONU. Para Zapatero, persona de carácter atolondrado y sin criterio, la unidad de tiempo que le define no es la de dos tardes, más bien es la de dos vidas, la vida actual para desecharla por vacía e inconsistente (y que deje así de fastidiar a todo el mundo) y la siguiente para darle la oportunidad de conseguir plaza de bedel en un instituto de enseñanza media, porque a más no llega.
La última genialidad a la limón del presidente José Luis Rodríguez y de su preceptor Jordi Sevilla, ese ministro adicto a la enseñanza vespertina, consiste en convocar una Conferencia de presidentes autonómicos donde se supone que se decidirá el tipo de relación que debe establecerse entre las comunidades. El Gobierno anuncia, además, su deseo de que la citada Conferencia se configure como un organismo estable que tome decisiones ejecutivas. ¡Manda narices con la democracia a la violeta!
¿Para qué existe un Gobierno de la nación? ¿Para que están el Congreso y el Senado? ¿Para qué el Poder Judicial? Pues muy sencillo, para elaborar leyes reguladoras de la convivencia entre los españoles, de acuerdo con la Constitución, y para vigilar que todos las cumplan. El asunto es de cajón y está tirado, sólo los muy ineptos de la política pueden tener alguna duda o pretender algo más. ZP es uno de ellos y todo apunta a que desea crear una cuarta instancia que en determinadas cuestiones le sustituya a él mismo y a su gobierno.
Cómo podríamos llamar a esa Conferencia de presidentes autonómicos: Desde luego no será un poder legislativo, quizá sí ejecutivo (ZP es capaz de todo con tal de no preocuparse) y en ningún caso judicial. Pero de lo que sí estoy convencido es de que será un poder especulativo y disgregante, una especie de patio de colegio en el que los alumnos serán los que impongan los ejercicios para el recreo, unos ejercicios que nunca serán comunes. Todo apunta a que la conferencia está diseñada a la medida de Maragall, que quiere definir a fondo su relación con las regiones que integraron la antigua Corona de Aragón. Todo mueve a pensar que Andalucía y Cataluña actuarán de núcleo duro, los demás sólo dispondrán de la opción de jugar al cabreo y el País Vasco hará el mismo papel que el Reino Unido en Europa: Irá por libre y aceptará sólo aquello que le beneficie.
Porque si estamos cuestionando la Constitución europea y la mayor de las críticas es la falta de democracia en las instituciones comunitarias, especialmente destacable en ese Consejo de jefes de Estado o presidentes de Gobierno que lo deciden y lo mangonean todo, a qué viene ahora que Zapatero pretenda instituir un Consejo de presidentes regionales con poder ejecutivo. No será que ZP es un tipo poco demócrata y poco dado a asumir responsabilidades. Desde luego, visto el proyecto, da la impresión de que Zapatero quisiera alcanzar el papel de reina madre. ¿Será esa su auténtica vocación? ¿Querrá asentarse a fondo en el partido, confabularse con sus socios republicanos y luego cargarse la monarquía para asumir el papel representativo de presidente de la República? De este hombre me espero cualquier apetencia, eso sí, siempre que a él le resulte poco trabajosa.
Artículo publicado el 19 de septiembre de 2004
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