lunes, 27 de noviembre de 2017

Democracia a la violeta-II



El gobierno de Zapatero nos acaba de ofrecer otra prueba más, ¿y van...?, del absoluto vació intelectual y político que encierra tanto talante y tanta sonrisa. Me refiero a la reunión preparatoria de la Conferencia de Presidentes autonómicos, a la que el ministro Sevilla se presentó con una mano detrás y otra delante después de que hiciera más de dos meses que se convocó. Es decir, el ministro o su equipo no fueron capaces de fijar un orden del día. Simplemente los del Gobierno se presentaron sin tener ni puñetera idea de qué se iba a hablar allí.

Los componentes de los gobiernos regionales en manos del PP, ante semejante reunión fofa y deshilachada, se limitaron a plantear su protesta y formularon algunas cuestiones de gran importancia, como por ejemplo el deseo de conocer el modelo de Estado del Ejecutivo. A tales preguntas, siguiendo en la línea que caracteriza a los talantudos, se les pagó con el más absoluto de los silencios. Porque claro, ¿qué se puede esperar de talantes vacíos? Muy sencillo, ¡silencios absolutos!

Por su parte, el jefe de los populares, Mariano Rajoy, no dudó en cachondearse una vez más, y con razón, de semejante encuentro de amiguetes, ya que tal cosa parecía ante la imposibilidad de hablar de algo serio. Rajoy aún ha sido bondadoso y ha demostrado que carece de la mala baba de la izquierda, porque si en tiempos del PP se hubiese hecho una chapuza semejante a aún estaría Tele5 parodiándola a diario. 

No sé en qué invertirían las cuatro horas de la reunión, aparte de hacerse la foto con un Jordi Sevilla sonriente, pero me imagino que igual se limitaron a escuchar una conferencia sobre la gallina vasca a cargo de ese consejero de agricultura que Ibarreche les envió. Nada más adecuado y original, desde el punto de vista de Mister Spock, que enviar a su ministro más paleto para lo que él considera un corral donde los demás participantes fueron vicepresidentes autonómicos o consejeros territoriales.

Este gobierno es como un saco de almendras mollares que quisieron vendernos a los españoles asegurándonos que al partirlas contendrían dos pepitas: Talante y diálogo, pero en cuanto se han golpeado algunas de ellas con el martillo de la realidad, ¡Picó!, nos hemos encontrado irremediablemente que están fallidas. Nada aprovechable hay en su interior. Cuatro serán los años, si Dios no lo remedia, en el que con cada picó abriremos una nueva decepción. Reconozco que hacia Zapatero y sus cuates a algunos sólo nos queda la desconfianza, que no es poco en comparación con la simpleza o el interés retorcido de quienes apoyan a esta gente.

Artículo publicado el 21 de septiembre de 2004

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