Niceto Alcalá-Zamora y Torres, primer presidente de la II República española. |
Ando estos días
enredado, gentileza de los Reyes Magos, con el libro “Asalto a la República”
(La esfera de los libros), recopilación de los diarios de don Niceto
Alcalá-Zamora entre enero y abril de 1936, fecha en la cual fue destituido de
la presidencia de la II República. Para los atraídos por la temática en
cuestión, no dejan de revestir gran interés las confesiones en primera persona
de uno de los principales actores del período republicano que, a través de su
prosa algo enrevesada, va desgranando sus impresiones sobre los sucesos
acaecidos durante los meses previos a la Guerra Civil.
Incluye el libro
una introducción de Jorge Fernández-Coppel en la que, bajo el sugestivo
epígrafe “El triple robo de las memorias del presidente de la República”,
relata las múltiples vicisitudes hasta que estas memorias han podido ver la luz,
vicisitudes no por ya conocidas menos interesantes. El primer robo sucedió en
febrero de 1937, cuando “los sabuesos de Galarza” desvalijaron las cajas de un
banco en las que Alcalá-Zamora había depositado sus papeles antes de abandonar
España. El segundo robo lo sitúa
Fernández-Coppel en Valencia en marzo de 1939: en plena huida de las
autoridades frente populistas, un joven soldado, estudiante de arquitectura, se
apropió por las bravas de los legajos del ex presidente de la República, que
acabarían en manos de su hijo. Y éste, en 2008, contactó con César Vidal y
Jorge Fernández-Coppel con la intención de vender los documentos de don Niceto.
Llegamos así al tercer y “más miserable” robo.
Denunciado el
caso a la Guardia Civil, se tendió una celada al estafador, que fue detenido y
los importantes documentos históricos recuperados. O no, porque tras haberlos
entregado la Guardia Civil al Ministerio de Cultura siguiendo órdenes del
Ministerio del Interior se negaron los responsables de aquél a entregarlos a la
familia de Alcalá-Zamora o a hacerlos públicos pretextando que los papeles de
don Niceto eran propiedad exclusiva del Estado.
Interpuso
entonces la familia una denuncia contra el Ministerio de Cultura, mas no se
resignaron desde el gobierno a devolver aquello que, en buena ley, no les
pertenecía y, atención, intentaron desde el Ministerio de Cultura en maniobra
tan inmoral como indigna ¡comprar por ochenta mil euros los escritos de
Alcalá-Zamora al heredero del autor del segundo robo e ilícito poseedor de los
mismos! Perseveraron los familiares en su determinación de no consentir
semejante atropello gubernamental y, tras amenazas de tomar todas las medidas
legales y mediáticas a su alcance, consiguieron que les fuesen entregados los
papeles de Alcalá-Zamora que, parcialmente, han sido publicados en “Asalto a la
República”, primer volumen de una trilogía.
Así que ya ven
ustedes. Ocho años de régimen zapaterista alardeando de Memoria Histórica y
demás zarandajas para, llegado el momento de la verdad, pretender escamotear a
la opinión pública documentos de gran trascendencia habida cuenta de la importancia de su autor,
actor fundamental en el advenimiento de la II República, presidente de su
primer gobierno y posterior jefe de estado. ¿Por qué razón se ha intentado tan
burdo latrocinio? Bien sencilla es la respuesta: los diarios de Alcalá-Zamora
constituyen semejante anatema contra el Frente Popular en general y contra don
Manuel Azaña en particular que maldita la gracia que su publicación puede haber
hecho a los interesados más en el adoctrinamiento –con el nieto del capitán
Lozano a la cabeza– que en la Memoria.
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