Apuntaba Policronio en una reciente entrada su intención de votar al PP al creer que ésta era la opción “menos mala”. Pacococo, comentarista habitual de Batiburrillo, mostró su absoluta discrepancia con la teoría de Policronio, al entender que el mal menor acarrea grandes males. Tal vez no esté de más abrir un pequeño debate sobre el asunto, que al fin y al cabo ésa es la esencia de esta santa casa: el intercambio de ideas entre todos aquellos que queremos aportar lo que buenamente podamos para que este país funcione un poco mejor.
En determinadas ocasiones hay que elegir entre varias opciones, y no necesariamente todas ellas buenas. Pertenece quien suscribe a una generación que, en la más tierna infancia, era martirizada con matutina regularidad con la correspondiente dosis de aceite de hígado de bacalao. La numantina resistencia a la ingesta de tan diabólico brebaje era zanjada por las madres con una expeditiva disyuntiva: una cucharada por las buenas o dos por las malas. Excepto héroes o inconscientes, el infantil instinto de supervivencia elegía la opción “menos mala”, que es innecesario especificar. Pese a ser un tanto pueril, el ejemplo puede ser ilustrativo.
En el presente momento, sólo hay dos partidos políticos con posibilidades reales de gobernar en España, bien en solitario bien con el apoyo de otras formaciones. Los resultados de un gobierno socialista, a grandes rasgos, están bien a la vista: hecatombe total en lo económico, debilidad absoluta en política exterior, entreguismo a los nacionalismos radicales y permisividad con los amigotes de los terroristas, estímulo del guerracivilismo, fomento del aborto y la eutanasia, ataques sistemáticos a la religión católica, discriminación de la mitad de la población por razones de sexo, institucionalización de la subvención a determinadas clientelas políticas, politización de la justicia… Un panorama demencial.
Un gobierno del Partido Popular creo que ofrecería ciertas diferencias: mejor gestión económica, mayor fortaleza en política exterior y menos complacencia con los terroristas. Entiendo también que un gobierno popular no patrocinaría ni el guerracivilismo ni el acoso a los católicos. Aborto, eutanasia, discriminación sexual: sin ir a más, el PP mantendría lo hecho por el PSOE, no sea que les llamen fascistas-fachas-reaccionarios-de extrema derecha, que los complejos son los complejos. Y con respecto a subvenciones y politización de la justicia, no aprecio diferencias entre uno y otro partido… así que más de lo mismo.
Somos muchos los ciudadanos que no contamos con una formación política con posibilidades reales de tener cierta influencia que colme todas nuestras expectativas. Tan triste como real, esto es lo que hay: lo malo y lo “menos malo”. Y así como de cachorro me decantaba por una cucharada de aceite de hígado de bacalao como mal menor, en la tesitura actual votaré al PP antes que quedarme en casa y allanar el camino al partido epítome de la ineficacia, la ineptitud y la inmoralidad. No es la solución que más me satisfaga, pero a día de hoy no atisbo una opción mejor. Y mientras tanto haré, en la medida de mis escasas posibilidades, todo lo que pueda para que esta situación cambie: conformarse con elegir lo “menos malo” exigiría tener una capacidad de resignación de la que, por suerte o desgracia, carezco.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 22 de mayo de 2011
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