Ha
decidido la delegada del gobierno en Madrid, doña Cristina Cifuentes,
prohibir la manifestación convocada por la Asociación Madrileña de Ateos y
Librepensadores y otros grupos para el Jueves Santo –según fuentes de la citada
asociación para “protestar contra los privilegios económicos de la Iglesia”– y
coincidente en hora y lugar con la celebración de distintos actos religiosos
propios de dichas fechas.
Aunque en
principio estoy muy de acuerdo en que cada hijo de vecino proteste por lo que
buenamente le apetezca –en algo hay que enredar para no estar quietos y
aburridos– la decisión adoptada por la señora Cifuentes me parece absolutamente
acertada. Por la sencilla razón de que una cosa es manifestarse para protestar
y otra bien distinta son las ganas de tocar las narices.
Es lícito que
alguien se declare ateo y haga público alarde de tal circunstancia, pero no
menos lícito es que alguien sea católico y participe en celebraciones de
naturaleza religiosa. Lo importante, señores de la Asociación Madrileña de
Ateos y Librepensadores, es que todos, católicos y ateos, respetemos las
creencias o no creencias ajenas y vivamos y dejemos vivir: precisamente lo que
ustedes con sus irrefrenables ansias de cercenar las libertades ajenas y tocar
los huevos al prójimo no están haciendo.
Publicado el 22 de marzo de 2012
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