viernes, 21 de diciembre de 2018

Los culpables de la miseria piden el poder


Cada vez que la izquierda y los sindicatos (también de izquierdas) se manifiesten por las calles de cualquier ciudad española, algo que, vistos los antecedentes de esa gentuza, deberá suceder a menudo en los próximos meses e incluso años, estarán demostrando la incapacidad manifiesta que poseen para aceptar las reglas del juego democrático. La izquierda española es con mucha diferencia la más sórdida del mundo occidental, solamente determinados regímenes populistas en Sudamérica, pongamos Argentina, pueden rivalizar con ella en cuanto a instinto depredador del poder y corrupción asociada. La izquierda española, como la de otros países en manos de gobiernos poco o nada democráticos, pongamos Perú, Ecuador o Venezuela (de Cuba ya ni hablo), jamás se resignará a vivir alejada del poder, lo que a su vez determina que en cuanto lo pierde desee recuperarlo a cualquier precio y que esa actitud la mantenga invariable hasta el logro de sus fines. 

No importa lo que la izquierda haya dejado como herencia tras los últimos ocho años de gobierno de Zapatero, es decir, no importa en absoluto que España se encuentre en la actualidad ante la peor crisis económica, moral e institucional de las dos últimas generaciones, etapa en la que fueron arrinconados los valores más apreciables y esenciales para la convivencia y la igualdad de oportunidades de los españoles. No es algo que les importe a los componentes de esa izquierda, por supuesto, ya que jamás reconocerán ser los responsables de tan dilatada etapa negativa y tan pútrido legado. Por eso, ante esa falta de reconocimiento de su propia responsabilidad y en la creencia de que les asiste el derecho al poder, han decidido tomar las calles y enrarecer la atmósfera política para que el Partido Popular, que cuenta con un líder más bien de carácter tibio, vaya desgastándose a marchas forzadas y cediendo en algunas cuestiones (ya lo ha hecho respecto a instar la prometida ilegalización de los partidos etarrófilos), a fin de que lleguen exhaustos a los siguientes elecciones, sean éstas municipales, autonómicas o generales, preferentemente anticipadas. Es decir, a finales de 2011 la izquierda perdió el poder para los siguientes cuatro años pero no hay la menor duda de que tratará de recuperarlo mucho antes, sea en la calle o donde sea. Sea legalmente, o como sea. 

Ahora bien, para el logro de los objetivos de la izquierda hay establecida toda una estrategia cuyo primer paso consiste, en connivencia con las asociaciones de profesores, asimismo radicales de izquierda muchos de ellos, en sacar a la calle a los estudiantes previamente adoctrinados en las aulas. ¿Razón? Unos recortes en la educación que no afectan en modo alguno a los alumnos y sí, como es lógico, a unos profesores que dependen del nivel de retribución de cualquier funcionario del Estado. Y en ese sentido no hay que olvidar que fue el anterior gobierno el que les rebajó el 5%, sin que llegaran a manifestarse, y este de Rajoy solamente les ha congelado las retribuciones. Lo que demuestra que los recortes aludidos no son la causa de las manifestaciones de ahora, sino una simple excusa para iniciar la ofensiva o "lucha" callejera contra la derecha. 

Por todo ello, cuando en las calles veamos manifestarse a la izquierda y a los sindicatos si alguien preguntase quiénes son y qué piden, la respuesta no podría ser más que una: Son los culpables de la miseria de España y simplemente piden el poder. Ya veremos cómo acaban las manifestaciones estudiantiles convocadas para hoy, de momento baste saber que los estudiantes y profesores han cortado varias carreteras y una línea de ferrocarril en Barcelona. ¡Todo muy democrático y muy justificado, faltaría más!

Autor: Policronio
Publicado el 29 de febrero de 2012

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