miércoles, 5 de diciembre de 2018

La tranquilidad del criminal

Hitler distendido.

No consta que Hitler tuviera pesadillas, en esas frías noches berlinesas, a propósito de lo que sus esbirros estaban perpetrando, acatando órdenes de aquel, en los innúmeros campos de muerte, con que sembraron Centroeuropa. No consta que se le apareciera en sueños el espíritu de ninguna de las más de seis millones de personas asesinadas, a mayor gloria de la supremacía aria.

Como tampoco consta que Stalin sufriera algún tipo de remordimiento por los muertos de hambre de Ucrania, ni por los asesinados en las purgas entre sus compañeros, ni mucho menos, por los que sufrieron el gulag. Al fin y al cabo, todo era por el bien del pueblo. Como lo de Pol Pot, como lo de Mao y su revolución cultural.

Ni siquiera nos consta que Santiago Carrillo haya pasado ni una sola noche desvelado, acordándose de los inocentes de Paracuellos. Es más, visto que su fechoría fue perdonada por los que su calaña denominan “herederos de los vencedores”, anda envalentonado y dando lecciones de política, ética y moral, a quien quiera y pueda pagarle, o acaso sin cobrar, como la mala puta que lo hace por gusto.

Por lo que no me extraña, que el cacicón andaluz ande despreocupado por estas minucias. 

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 23 de abril de 2011

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