Gran tarde de
tenis, la de ayer, a costa del insuperable Nadal, gran patriota, aunque el autocalificado Ministro de Deportes en funciones no conozca otra patria que las nubes.
Grandísima
tarde-noche musical la que nos ofreció la Joven
Orquesta de la Mancha, donde mi hija pequeña oficia de violinista. Y
ya de mañana puentera - el currito de toda clase y condición no se ha enterado
aún de donde nos ha metido el socialismo compasivo- me encuentro con que Batiburrillo ha dejado de ser demócrata, como España dejó de ser católica, según
el buen tino del ínclito Don Manuel Azaña, que en gloria esté.
Y todo ello
porque al compañero Rafael no se le ha ocurrido otra cosa que poner en duda la
calidad de los gobernantes que es capaz de proveer nuestra
democracia, traída a esta vieja y desvencijada Nación por Cebrián, José García
Palacios y Bibiana Aído, como todo el mundo sabe.
Como haríamos
entender desde esta casa al camarada JGP, de que el hecho de que nos guste el
marisco más que a diez millones de socialistas juntos, empeñados en gastarse
diez mil eres en una juerga, no implica que estemos dispuestos a pagar la
langosta al precio del mejillón, que es exactamente lo que se pretende desde la
casa del mentado.
No obstante, el
mayor disgusto, como siempre, me lo ha dado el BOE, que en su edición de hoy
tiene a bien publicar la “Resolución de 3 de octubre de 2011, del Instituto de la Mujer, por la que se publica la concesión de subvenciones destinadas al fomento de la edición de publicaciones relacionadas con la mujer”.
Y no aparece mi
último ensayo, el cual versa sobre lo que piensan los hombres, cuando se
enfrentan al dilema de sí pedir en matrimonio a una chica lista, rubia, guapa y
simpática, tipo Sharapova, o a una camionera nazifeminista, medio borde, fea y amargá.
Otra vez será,
aunque a JGP le parezca que soy un machista recalcitrante. Que lo mismo lo soy
y no me había dado cuenta.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 5 de diciembre de 2011
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