domingo, 16 de diciembre de 2018

José García Palacios en plan guay del Paraguay



Gran tarde de tenis, la de ayer, a costa del insuperable Nadal, gran patriota, aunque el autocalificado Ministro de Deportes en funciones no conozca otra patria que las nubes.


Grandísima tarde-noche musical la que nos ofreció la Joven Orquesta de la Mancha, donde mi hija pequeña oficia de violinista. Y ya de mañana puentera - el currito de toda clase y condición no se ha enterado aún de donde nos ha metido el socialismo compasivo- me encuentro con que Batiburrillo ha dejado de ser demócrata, como España dejó de ser católica, según el buen tino del ínclito Don Manuel Azaña, que en gloria esté.

Y todo ello porque al compañero Rafael no se le ha ocurrido otra cosa que poner en duda la calidad de los gobernantes que es capaz de proveer nuestra democracia, traída a esta vieja y desvencijada Nación por Cebrián, José García Palacios y Bibiana Aído, como todo el mundo sabe.

Como haríamos entender desde esta casa al camarada JGP, de que el hecho de que nos guste el marisco más que a diez millones de socialistas juntos, empeñados en gastarse diez mil eres en una juerga, no implica que estemos dispuestos a pagar la langosta al precio del mejillón, que es exactamente lo que se pretende desde la casa del mentado.


Y no aparece mi último ensayo, el cual versa sobre lo que piensan los hombres, cuando se enfrentan al dilema de sí pedir en matrimonio a una chica lista, rubia, guapa y simpática, tipo Sharapova, o a una camionera nazifeminista, medio borde, fea y amargá.

Otra vez será, aunque a JGP le parezca que soy un machista recalcitrante. Que lo mismo lo soy y no me había dado cuenta.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 5 de diciembre de 2011

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