Zapatero pide un plan Marshall para los países árabes con revueltas, algo que suena a la típica propaganda o tarjeta de visita de quien pretende caer bien en los dos o tres sitios adonde, paradójicamente, ha ido a pedir dinero. Este buen hombre actúa así, con la improvisación y la falta de rubor que le caracterizan, sin entrar en un mal detalle discutido previamente con sus socios europeos, a los que ha ignorado. Se ha olvidado por completo, además, que no se trata de estados con economías miserables, sino que han permanecido años y años en manos de unos políticos tan sórdidos como inmorales, los cuales han sido sustentados en algún caso por partidos afiliados a la Internacional Socialista.
Si uno realiza un pequeño repaso a la Historia norteafricana, especialmente en su faceta económica, no dejará de advertir que Egipto y Tunisia, por ejemplo, constituyeron los auténticos graneros del Imperio romano. Es decir, se trataba de tierras muy feraces que por sí mismas lograron alimentar a sus pobladores y a otras docenas de millones de habitantes en la ribera mediterránea opuesta. Si a eso le sumamos las grandes reservas de petróleo y gas de que aún disponen y le añadimos un clima de lo más apropiado para centuplicar la atracción turística, verdadero maná de nuestra era, entonces puede llegarse a la conclusión de que todo el norte de África es perfectamente viable si se eliminan las tiranías, único plan Marshall que esa región necesita, el plan antidéspotas.
Cayó el comunismo, o por mejor decir, sus métodos estalinistas casi de principio a fin. Y la humanidad se desprendió de un gran padecimiento que hoy, con la misma crudeza, sólo afectan a Cuba y otros pocos regímenes encastillados tras montañas de miseria y opresión. Quizá sea la hora de pedir a los árabes que se desprendan del peor mal que les aflige: El islam como sistema de gobierno. No quiero decir con ello que esa religión deba ser despreciada, en absoluto, si bien más que nunca debe dársele a Alá lo que es de Alá y al César lo que es del César. O dicho de otro modo: Qué bien les vendría a los países árabes, en aras de la libertad y del reparto de la riqueza, una revolución no sangrienta mediante la cual, como sucede en Occidente, accedieran a la separación de poderes entre la religión y la forma de gobierno. Sí, no hay duda alguna de que el integrismo islámico, siempre amenazante, debe evolucionar hacia la integridad moral.
Autor: Policronio
Publicado el 2 de marzo de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios moderados.