Para muchos nacionalistas catalanes, los plebiscitos separatistas que se suceden en el Quebec son un referente de primera fila que para sí quisieran. Incluso en el número de habitantes, Cataluña es muy similar al Quebec, eso sí, el territorio de la región canadiense es 48 veces mayor que el de Cataluña. Otra diferencia muy notable es que en el Quebec el 81,2% sólo habla francés y únicamente el 8% es anglófono, con una población bilingüe del 0,8% y el resto con otras lenguas, mientras que el español es el idioma mayoritario en Cataluña, que conoce prácticamente el 100% de la población (aun cuando muchos van alejándose de un conocimiento adecuado) y más de la mitad lo tiene como materno a pesar de que los estamentos oficiales dominados por el nacionalismo no cesan de actuar en su contra. Objetivo: que el español desaparezca algún día de Cataluña. Pero lo tienen crudo.
El separatismo 'québécois', del que podría decirse que posee la misma pertinacia que el catalán, lleva la ventaja de haber logrado ya dos consultas que ha perdido por los pelos. Es decir, los nacionalistas de nuestro hemisferio (no sólo los españoles periféricos) no han cesado de mirar hacia la otra orilla del Atlántico, ya que hasta ayer mismo el Partido Quebequés (junto al otro partido independentista Bloc Québécois, igualmente de izquierdas) les despertaba no pocas envidias.
Pero hete aquí que ayer lunes, como consecuencia de la moción de censura perdida por los conservadores en marzo de este mismo año, se celebraron elecciones generales en Canadá, en las que el conservador Stephen Harper ha logrado una mayoría absoluta de la que no dispuso en los tres años anteriores. Lo cual es una noticia de primera fila, que hay que celebrar a poco que uno crea que la derecha es mucho más eficiente al frente de cualquier gobierno, y sobre todo menos derrochona. Sin embargo, tanto o más llamativo que lo anterior es el resultado de los separatistas del Quebec, que han pasado de 49 diputados a 4. Repito, de 49 a 4. ¡Espectacular! No creo que llegue a vivir para verlo, pero cómo me gustaría que el 90% actual de nacionalismo en Cataluña llegase a convertirse en un grupeto de cuatro diputados. Claro que así le va a Canadá y así a España. ¡Eso sí que es envidiable!
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