Se da en los ambientes progres la versión idealizada de la II República, que presentan como una perfecta democracia garante de los derechos y de las libertades, tolerante, comprometida con el desarrollo económico y cultural, antecesora directa de la actual democracia... Nada más lejos de la realidad. Es de sobra sabido que la unión de distintas fuerzas anti-sistema (socialistas, jacobinos, anarquistas, comunistas) hizo inviable el desarrollo de la democracia. No obstante, desde la izquierda se sigue sosteniendo que la II República fracasó por el levantamiento de las fuerzas reaccionarias, apoyadas por los triunfantes fascismos, para defender sus intereses.
Y el caso es que la República pudo ganar la guerra. Tras el alzamiento de julio, el balance de fuerzas y recursos fue francamente favorable a los frente populistas. Las principales ciudades, las reservas financieras, la industria, los recursos mineros, la marina, la mayor parte de la aviación y de las fuerzas de seguridad quedaron en su poder. La única ventaja de los rebeldes era el Ejército de Marruecos, que permanecía aislado en África y su capacidad de influencia en los acontecimientos era muy escasa. No son de extrañar las conocidas palabras de Prieto referidas a que con los recursos financieros e industriales en manos del gobierno los rebeldes serían inevitablemente vencidos.
¿Por qué no ocurrió así? Por la desunión de las izquierdas, de la que dejó clara constancia el presidente Azaña en sus escritos. Si los izquierdistas hubiesen empleado su abrumadora superioridad material contra los rebeldes en lugar de entregarse a una orgía de barbarie y destrucción, vendiendo la piel del oso antes de cazarlo, hubiesen ganado la guerra. Y la historia de España hubiese sido otra bien distinta.
Intentar hacer historia ficción es arriesgado, ya que existen multitud de factores que por desconocidos no se pueden tener en cuenta. Pero como ejercicio no deja de ser interesante. Y si la República, como pronosticó Prieto, hubiese ganado la guerra tal vez la historia se hubiese desarrollado de la siguiente forma:
La primera tarea de las victoriosas izquierdas habría sido entregarse a la brutal represión de las derechas. Durante la guerra la represión fue del orden de 60.000 personas asesinadas por los frente populistas, pudiendo ejercerla en sólo parte del territorio y por tiempo limitado. No es pues descabellado suponer que esta cifra de víctimas crecería de forma exponencial. Tras haber exterminado a las derechas, es de suponer que habría una nueva guerra entre las izquierdas para controlar el poder, a semejanza de lo ocurrido en Barcelona en el 37 y al final de la Guerra civil.
Con un PCE en auge unido a un PSOE en su mayor parte “sovietizado”, es de suponer que anarquistas, nacionalistas y jacobinos hubiesen llevado la peor parte y se hubiese instaurado la dictadura del proletariado con un PCE preponderante. Habría también una nueva oleada represiva a semejanza de lo ocurrido en otros países como la URSS.
Probablemente el nuevo régimen saludaría con entusiasmo, al dictado de la URSS, el pacto nazi-soviético de Agosto de 1939. Tras el estallido de la Guerra Mundial, España hubiese colaborado con el esfuerzo de guerra alemán siguiendo las instrucciones de Stalin, “padre de los trabajadores”.
La situación cambiaría radicalmente en Junio de 1941, con la invasión de la URSS por los ejércitos alemanes. Defendiendo los intereses de la patria de todos los trabajadores, la España comunista hubiese declarado la guerra a Alemania. La invasión de España por la maquinaria de guerra alemana estaría servida, con sus correspondientes muertos y el sufrimiento de las penalidades inherentes a una ocupación.
En 1944 o 1945 los aliados habrían tenido que invadir España para desalojar a los alemanes. Nuevos combates con su correspondiente balance de víctimas.
Una vez expulsados los alemanes, y a semejanza de lo ocurrido en países como Francia e Italia, habría un nuevo proceso represivo contra colaboradores y “tibios”. La posterior situación de España vendría condicionada por la posición de Stalin. Si renunciase a controlar un país con posición geoestratégica envidiable, en España se instalaría una democracia al igual que sucedió en otros países europeos. En caso contrario seguiría siendo un sistema comunista hasta que se disipase el polvo levantado por la caída del Muro de Berlín. La posterior evolución podría ser similar a la de Albania, Rumanía... Y tal vez ahora los españoles estuviésemos vendiendo pañuelos en los semáforos de París.
De haber ganado la República la guerra y haber transcurrido así la historia el balance sería francamente demoledor: dos guerras civiles con sus correspondientes procesos represivos, participación en la Guerra Mundial, dos ocupaciones extranjeras, nueva represión y tal vez una larga dictadura totalitaria. Para echarse a temblar.
Y ahora, si me disculpan, voy a tomar una tila doble. En ocasiones jugar a hacer historia ficción pone los pelos de punta.
Autor: Rafael Guerra
Publicado el 18 de mayo de 2010
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