Creo que el Estado autonómico solamente podría funcionar, y no del todo bien, si el Gobierno central estuviese en permanente tensión y no dejara de actuar con mano de hierro en defensa de los intereses comunes a todos los españoles, que es justo lo contrario de lo que ha venido haciendo cualquier gobierno desde el 78 para acá, con una dejadez mucho más agudizada (e interesada) en la era Zapatero. Por lo tanto, es fácil llegar a la conclusión de que una nación como España no puede depender para su subsistencia de la actitud política o la integridad moral del gobernante de turno. Se deduce de ello, en consecuencia, que es preciso reformar la Constitución para que el Estado recupere buena parte de su capacidad de supervisión y se establezca un sistema claro de control sobre los gobiernos regionales.
Cada vez es mayor, a mi juicio, el número de españoles que achacan al modelo autonómico el origen de muchos de nuestros males. Unos males que no sólo son económicos, puesto que cada uno de esos gobiernos usa sus fondos como le place y a sabiendas de que no está obligado a recaudar, sino que el desarreglo del conjunto de España se debe, esencialmente, a la falta de escrúpulos que se ha establecido en cada una de las 17 taifas, cuyas características principales, frecuentes en casi todas ellas, son estas: corrupción, clientelismo político, subvenciones a los particulares o empresas afines (especialmente a las informativas), lujos y prebendas de la casta que gobierna y grandes partidas destinadas al adoctrinamiento, en el caso de gobiernos nacionalistas.
Sobre este tema, la España autonómica inviable, trata la entrevista que César Vidal mantuvo anoche con Mikel Buesa. En ella es posible apreciar una amplia serie de argumentos que el intelectual vasco aduce. De sus palabras se desprende que ‘España no se rompe, se disgrega’, lo que no deja de ser el paso previo a la ruptura más o menos violenta y al establecimiento de fronteras. Buesa mantiene la opinión, a la que me sumo, de que aún es posible hallar la solución adecuada, pero que ésta debe pasar por una reforma constitucional. Naturalmente, esa reforma se plantearía cuando los políticos vieran en peligro sus actuales privilegios. Y añado yo: O cuando coincidieran dos tipos decentes al frente de los partidos mayoritarios. Lo cual es aún más complicado, todo hay que decirlo.
En cualquier caso, la entrevista es harto recomendable:
Origen vídeo: Libertad Digital Televisión
Autor-Compilación: Policronio
Publicado el 18 de mayo de 2010
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