lunes, 5 de noviembre de 2018

¿Y qué dirá Saramago?

José Saramago
Del barrio madrileño de Chamberí  conocía, y conozco, un magnífico grupo de danzas goyescas y que la Iglesia es dueña de medio barrio. Ahora también sé que cuenta con una agrupación del partido socialista madrileño y que en sus filas figura un señor magníficamente informado de las tramas ocultas del capitalismo especulativo y depredador: Antonio Carmona, o Karmona. Al paso que va, se va mereciendo la “k”, de kapullo.

El referido Karmona, dizque socialista, sinónimo de liberticida, asegura en una casi sábana, que poco más o menos sabe quién ha provocado los últimos batacazos de la bolsa española. Él solito y sin ninguna necesidad de que Cándido Conde Pumpido, hace tiempo desaparecido, ponga a trabajar a la policía, el CNI, los inspectores de la AEAT, los sabuesos de la CNMV y a Mortadelo y Filemón, sí es que no están prejubilados.

O sea, que según Saramago, el citado Karmona debía ser el nuevo San José, merecido reo de crucifixión. El caso es que no me acuerdo de en cuál de los pestiños que a bien ha tenido perpetrar el Nobel portugués -lo que demuestra que ese premio, en cualquier ramo, se lo dan a cualquiera- le echaba la culpa de la matanza de los inocentes, perpetrada por Herodes, al bendito padre putativo de Jesús, por no haber avisado a los vecinos de lo que se avecinaba, habiendo tenido conocimiento previo de lo que iba a suceder, por boca de un Ángel.

Habremos de suponer, que habiendo abdicado el tal Karmona de su obligación de avisar inmediatamente a la policía, con nombres y apellidos, del crimen execrable que se iba a cometer contra los brotecitos verdes del Eterno y Malvado Adolescente, Saramago habrá de decir algo. Que digo yo.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 9 de mayo de 2010

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