viernes, 16 de noviembre de 2018

La pluralidad en versión pijiprogresí


Ya tenemos aquí una nueva palabra de enganche, en el discurso de la gilipollez pijiprogresí: pluralidad. O sea, que estamos a dos telediarios para que cualquiera de los innúmeros portacoces del PP también la haga suya, como es de ley entre las gentes de progreso que, como ya dijo Hayek, haberla hayla en todos los partidos.


Y así, conviene que en nuestra comunidad de propietarios residan un moro, una lesbiana, un gay, un transexual con un par de pelotas, otro carente de esos atributos, un par de mujeres falsamente maltratadas, un par de ninis a costa de sus papis y una madre soltera, claramente rebajada en el escalafón de los kolectivos perjudicados en el pasado. Antes era una desgracia ser madre soltera y ahora lo es ser madre, a secas.

Y ya no digamos en el barrio, municipio, mancomunidad comarcal, provincia o región, siempre que no sea nacionalidad histórica, claro. Y eso, por la gracia de unos padres de la patria, acojonados ante el chantaje nacionalista y que también ha aprovechado el tontiloco de ZP, treinta años después.

O sea, que la pluralidad se nos ofrece por la pijiprogresía, como un valor que conviene que rija de modo indirectamente proporcional a los siglos de devenir histórico de una comunidad dada. De modo que Hospitalet, ciudad multimilenaria, no está obligada a ser tan plural como Toledo, cuna de cuatro mindundis, sin historia y sin na.

Es por ello que en Hospitalet, ni se te ocurra rotular tu comercio en castellano, solicitar que la enseñanza de tus hijos lo sea en castellano, dirigirte a un funcionario público en la lengua de Cervantes y celebrar los triunfos de la Selección Nacional como es debido: en la calle y bien regao de cerveza, que las emociones deshidratan.

Más que nada, porque te puedes encontrar con la admonición del pijiprogre de guardia que, impasible el ademán, actitud bien mamada en su tierna y feliz infancia, te dirá: es que la pluralidad de uno acaba donde empieza la del otro. Con un par.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 18 de julio de 2010

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