Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que el Director General de la Guardia Civil y el Presidente del Banco de España vivían a la vez entre rejas; en el que la corrupción se institucionalizó de tal manera que mancharía hasta a la Cruz Roja y al Boletín Oficial del Estado; que el partido entonces como ahora en el poder, el PSOE, montaría una gigantesca trama de financiación irregular a través de una red de empresas formada por Filesa, Malesa y Time-Export, tal y como quedaría posteriormente acreditado por sentencia judicial firme. Aún así, no sólo los portavoces del socialismo, sino también sus poderosas terminales mediáticas (las mismas que en aquella época del trinque generalizado, lejos de hacerse eco de tan deleznables episodios, insultaban e injuriaban a quienes los destapaban y denunciaban) se empeñan en hacernos comulgar con ruedas de molino y convencernos de que la 'Gürtel', por el hecho de implicar a cargos del PP, es el mayor caso de corrupción de la historia de la democracia. Nada más y nada menos.
Pues bien, la tan esperada apertura del sumario del caso (el mismo día, oh casualidad, en el que se hacían públicos los segundos peores datos del paro en un mes de marzo dentro de la serie histórica) no ha traído consigo novedades de enjundia; algo lógico, si tenemos en cuenta sus filtraciones parciales e interesadas (las cuales deberían ser igualmente objeto de investigación) a la prensa prisaica e incluso a dirigentes políticos del PSOE. En consecuencia, del mismo no llega a inferirse que 'Gürtel' sea como Filesa, una trama organizada y estructurada para financiar ilegalmente a un partido político. Sin que signifique atenuar la gravedad del asunto, sí parece quedar cada vez más claro que se trata de una pandilla de granujas y mangantes que, con ademanes cutres y chabacanos, buscaban enriquecerse ilegítimamente a la sombra del PP; dentro del cual, por desgracia, encontraban correspondencia y colaboración en determinados cargos públicos y orgánicos que, a la espera de que la Justicia decida sobre su inocencia o culpabilidad, se han visto obligados a asumir de alguna manera responsabilidades políticas. Así, tres alcaldes, una concejal, un directivo municipal, un consejero, un diputado, dos cargos de confianza y un tesorero dejaron en su momento de ejercer como tales.
¿No son suficientes sin embargo estos ceses y/o dimisiones, particularmente en el caso del ex-tesorero Bárcenas? Vamos a ver cómo se desarrollan los acontecimientos, pero quienes carecen de autoridad moral para exigir más depuraciones políticas dentro del PP son los que permiten que un señor condenado e incluso en su día encarcelado por Filesa, Josep María Sala, desempeñe un cargo orgánico en el Partido Socialista de Cataluña; concretamente, y para mayor desfachatez, el de Secretario de... ¡Formación! ¿Acaso se dedica a adiestrar en el hurto a las jóvenes generaciones de socialistas catalanes? Son además los mismos que en su momento no tuvieron empacho alguno en mantener al señor Barrionuevo en su escaño de diputado en el Congreso hasta su misma entrada en prisión, a donde la directiva del PSOE casi en pleno, en uno de los actos más bochornosos de la democracia, le acompañó entre vítores y aclamaciones.
Autor: Pedro Moya
Publicado el 9 de abril de 2010
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