El embajador Inocencio Arias y la vicepresidenta Fernández de la Vega. |
En Batiburrillo no solemos hacerles ascos a las opiniones o noticias altamente significativas de lo que está sucediendo en España, donde un Gobierno plagado de malvados, ineptos, sinvergüenzas o hipócritas nos está llevando a la ruina mientras sus miembros se dan a la gran vida. Si leen ustedes esta opinión (casi una crónica) del diplomático Inocencio Arias, recientemente jubilado, advertirán la razón de la ira que me lleva a calificar tan severamente a los que mandan:
Para mi estupor el Ministerio me dijo que no había dinero para mi viaje. El coste de mi desplazamiento era modestito, vuelo en turista, una noche en un hotel discreto, un par de taxis y dos comidas. En resumen, unos 465 euros, cifra un tanto ridícula para cubrir los objetivos que menciono. Deduje que las cosas estaban muy mal en Exteriores, que pena.
Hace días, regresé jubilado desde Los Ángeles. Un viaje, con escala, de 17 horas. Los tiempos son austeros y el Ministerio ha decidido que los diplomáticos que se jubilan, aunque realicen un desplazamiento de 17 0 22 horas, han de viajar en turista. Esto es nuevo, los subdirectores de los Ministerios y no hablemos de la gente de las Autonomías siguen desplazándose en 'business' en tramos de siete horas. Colegí que era un nuevo mazazo a la profesión diplomática pero que estamos en crisis y hay que apretarse el cinturón.
Llego a Madrid y leo que debuto en mi condición de jubilado con congelación de la pensión. Esto es más serio aunque, razoné de nuevo, todos tenemos que sacrificarnos para enderezar el país.
Pero hete aquí que voy al Ministerio, donde el ambiente hierve con el recorte salarial de los funcionarios. Y te cuentan cosas, bastantes. Una interesante son los viajes de la señora De la Vega. Parece que nuestra elegante (lo digo sin sorna) y frugal (esto lo digo con sorna) vicepresidenta ha descubierto los encantos de Nueva York. Y se monta un viaje con pretextos dispares, un concierto en la ONU patrocinado por España, la organización de un seminario sobre la transición española, etc... Parece que hay más.
No cuestiono que De la Vega acuda a la atractiva y consumista Nueva York para algo que beneficie a nuestro país (aunque, en época de vacas flacas, sea discutible, la necesidad de la presencia de toda una Vicepresidenta en un seminario a los 25 años de la transición celebrado en español y para un puñado de universitarios). Al contrario, si el asunto es de relieve lo aplaudo. Pero resulta que la Vicepresidenta no se anda con chiquitas. Se lleva el avión oficial, el grande, la acompañan un mínimo de cuarenta personas, lo que significa un mínimo de 400 dólares de hotel por persona cada día, dietas, etc.
Todo resulta frívolo y contradictorio con lo que proclama el Gobierno o su partido. Poco serio ¿Tiene la Vicepresidenta que ir a un concierto en Nueva York con cuarenta personas, utilizar el avión grande, acudir con una corte a hoteles de postín, etc., con la que está cayendo? ¿Cuántos sobran? Como diplomático casi me da igual, aunque sus dos rumbosos periplos hayan coincidido con lo que se me negó a mí. Como ciudadano y contribuyente creo que la Vicepresidenta o el Gobierno me está tomando el pelo”.
Fuente: El Mundo
Autor-Compilación: Policronio
Publicado el 21 de mayo de 2010
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