La pulsión suicida de la prensa occidental, al menos de gran parte de ella, es ya proverbial. Basta con hacer un somero repaso a las páginas de información internacional de cualquier periódico europeo o norteamericano (con muy escasas excepciones) para caer en la cuenta: El trato generalmente condescendiente hacia los terrorismos, a los que se suele representar como movimientos populares de resistencia o liberación, a menudo heroicos, o la indisimulada simpatía dispensada a determinados dictadores, sobre todo si se declaran de izquierdas o antiamericanos, están a la orden del día. Desde luego, pintar los asuntos exteriores con un halo de romanticismo puede resultar una válvula de escape ante nuestra esencialmente aburrida y democrática normalidad, pero casa bien poco con los valores y principios de libertad que distinguen a Occidente y que, como tales, deberían ser divisa de la prensa libre, que de esta manera más bien contribuye a horadar.
Tan paradójico e imprudente estímulo que suele mover a nuestros medios de comunicación, si descontamos el consabido y rutinario paradigma antiamericano (con el que se encuentra íntimamente relacionado), se manifiesta con toda su crudeza en el tratamiento escandalosamente sesgado de las informaciones relacionadas con Israel. El hecho de que el Estado judío sea una pequeña isla de democracia en pleno Oriente Medio constituye ya de por sí un pecado; pero que encima se atreva a resistir ante el constante y salvaje hostigamiento al que le llevan sometiendo desde mediados del siglo pasado sus vecinos terroristas y fundamentalistas es sencillamente intolerable. El caldo de cultivo de un sentimiento antisemita muy extendido en nuestra sociedad, y que desde el punto de vista político distingue tanto a cierta derecha de rancio abolengo como a una izquierda siempre presta a adherirse a las causas antioccidentales, convierte a este fenómeno de desinformación en especialmente virulento.
Así, el relato del abordaje israelí del Mavi Marmara, flotilla 'humanitaria' pro-Hamas, ha alcanzado niveles de manipulación absolutamente inauditos. Cualquiera que haya echado un vistazo a las portadas de la práctica totalidad de los periódicos españoles y del resto de Europa y se las haya creído a pies juntillas, habrá sacado la siguiente conclusión: Israel provocó un auténtico baño de sangre de manera abyecta y deliberada. Porque sí, porque su intención era asesinar a un grupo de buenos y benéficos 'hombres de paz' que, en cambio, recibieron a los hebreos con flores y parabienes. Ergo, Israel es malvado y criminal. Es más, cuando esos mismos medios se vieron obligados a publicar un vídeo del Ministerio de Defensa israelí que demostraba que los soldados fueron atacados por la tripulación, ni tan siquiera pasaron a centrar el debate en el uso desproporcionado de la fuerza por parte del Ejército de Israel: Bien al contrario, se le ha llegado a tildar de 'justificación de la masacre'.
Esta total ausencia de ecuanimidad en la presentación de los hechos, incluso en quienes se consideran campeones de un periodismo imparcial, moderado y ponderado, habrá hecho las delicias de la organización terrorista Hamas y de todos aquellos que en general se desviven por hacer desaparecer a Israel de la faz de la tierra, que por lo demás siempre han encontrado en la prensa de Occidente a sus mejores propagandistas; y lo peor de todo es que son muy conscientes de ello. Por su parte, los Gobiernos de la Unión Europea se han limitado a seguir la estela marcada por el llamado 'cuarto poder', máxime cuando condenar a Israel a propósito de lo que sea siempre viste y, sobre todo, queda la mar de 'progre'.
Algún director de periódico ha reconocido en su vídeo-blog que se le ha puesto difícil seguir respaldando la existencia de Israel. Pues bien, nadie está obligado a defender algo de lo que en realidad no esté convencido. Si nuestros políticos y Gobiernos, si los burócratas de Bruselas, si la inmensa mayoría de la prensa occidental, siempre tendente al suicidio, creen que Israel no tiene derecho a defenderse de quienes persiguen su exterminio y quienes le prestan apoyo en ese 'pacifista' menester, que así lo declaren y lo hagan saber de una vez. Fuera máscaras: Basta ya de tanta hipocresía de tinte antisemita. Sin embargo, el autor de esta modesta bitácora tiene clarísimo dónde situarse: Al lado de Israel y la libertad, enfrente de Hamas y el integrismo islámico.
Autor: Pedro Moya
Publicado el 2 de junio de 2010
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