sábado, 27 de octubre de 2018

Una imagen que lo dice todo

McDonald en Moscú.

Desde el punto de vista de un demócrata, es decir, bajo la óptica de alguien que ame esencialmente la libertad, esta es una imagen conmemorativa que posee casi el mismo valor simbólico que la caída del muro de Berlín.

No es que yo sea demasiado partidario de acudir a ciertos comederos de basura industrial, donde la ingesta de colesterol está garantizada, pero sí me siento como el primero de los adeptos a que cada cual pueda elegir incluso si prefiere engordar sometiéndose a un régimen de patatas congeladas y prefritas en mantequilla, método por el cual luego nos las sirven crujientes y sabrosas, hay que reconocerlo.

Se cumplen 20 años de la apertura del primer McDonald en Moscú. Desde entonces, el restaurante (es un decir) no ha dejado de ser un símbolo de la libertad (en oposición al extinto régimen soviético cargado de penurias alimenticias y colas realmente denigrantes), que se ha mantenido como el local de más éxito en la capital rusa.

Y no sólo es así, sino que es la franquicia que aporta un mayor beneficio económico a la cadena norteamericana en toda Europa. Es lo que tiene esa cosa admirable de poder elegir, que uno elige lo que le sale de las narices y santas pascuas. ¡Izquierdones, nacionatas, tomad nota de que el futuro se os irá a hacer puñetas el día que vuestros respectivos rebaños descubran que es posible vivir mucho mejor desintoxicados de exigencias!

Autor: Policronio
Publicado el 4 de febrero de 2010

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