Si en España hubiese una democracia como Dios manda, que no la hay, el ministro de Interior no debería continuar ni un minuto más en su cargo. Tendría que ser cesado como responsable político del chivatazo policial a los etarras del bar Faisán e incluso, si se me apura, la Justicia debería estudiar seriamente su procesamiento. Claro que, en honor a la más pura realidad, digamos que el compromiso político que ocasionó el alevoso chivatazo fue iniciativa de Zapatero, como máximo responsable de la orden de negociación con los terroristas, orden que probablemente impartió bajo el térmico de “como sea”.
Y ese “como sea”, tan propio de un presidente insensato en grado de sobredosis, rodeado a su vez de gente con muy pocos escrúpulos, da que pensar en que todo valía para contentar a los criminales, incluidos los chivatazos y la legalización de listas electorales que les llenaran los bolsillos a los cómplices de los asesinos. Pues no olvidemos que en el bar Faisán lo que se practicaba era la recaudación fruto de las extorsiones etarras a los empresarios. Ahora bien, de ser llevado este caso al Supremo, me temo que finalizaría igual que con Barrionuevo y Mister X, donde el ministro actuó de cortafuegos al inculparse de todo en el caso GAL. Pero ojo al dato, Rubalcaba no es Barrionuevo, sino más bien de los que mueren con el machete entre los dientes.
En una sesión de control parlamentaria de este mismo mes de diciembre, Ignacio Gil Lázaro, diputado popular, llegó llegó a decirle abiertamente al ministro: “Usted sabe quién dio y cómo se coció el chivatazo”. No podía estar más claro. Bien, pues el socialista vino a replicarle lo que reflejó Libertad Digital a partir de un resumen de Agencias: “ya he dicho muchas veces que ‘hay una investigación’ en curso y pidió al PP que ‘deje trabajar a los jueces, a los fiscales y a los abogados’, al tiempo que se excusó diciendo que los populares saben más que él porque están personados en la causa como acusación popular. En ese contexto, reiteró que todos los implicados en la investigación fueron detenidos 15 días después y se encuentran procesados”. ¿Seguro que están detenidos todos los implicados, so mentiroso?
Hoy se ha sabido a través del diario El Mundo, único medio capaz de destapar estas irregularidades gubernativas (por no hablar directamente de delitos), que “el Gobierno esgrimió el ‘chivatazo’ como un mérito en la negociación con ETA”. Y que en las actas etarras que figuran en poder de las autoridades francesas, pero también en manos de las Fuerzas de Seguridad y de los servicios de inteligencia españoles, quedó constancia de tan repugnante actitud del gobierno socialista. ¿A qué esperan unos y otros para enviar esas actas a la Justicia española? ¡Ah!, ¿que en España no hay justicia porque está toda mediatizada cuando afecta a los políticos o a los propios jueces? Entonces, ¿qué clase de democracia tenemos? Sin duda la peor, la que presenta un brillante envoltorio adornado con colegios electorales y urnas, para que elijamos entre un politicastro de Málaga y otro de Malagón (con perdón de los malacitanos) y luego queda todo en agua de borrajas, frase que podría resumirse en un único término: Impunidad. Impunidad para un gobierno espantoso cuyos miembros no cesan de perpetrar, a gran escala, las más variadas fechorías políticas, corruptelas y arbitrariedades.
Autor: Policronio
Publicado el 27 de diciembre de 2009
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