Pensaba escribir otra entrada, así como que repantingado en el sofá principal de la casa, a la sazón, situado en la estancia destinada por el gineceo familiar, mayoría absoluta, a poner verde al progenitor A o cónyuge de la misma categoría, según los casos. O sea, yo. Como podrán imaginar, es la estancia presidida por la tele más grande y a la que, sorprendentemente, se le han oxidado los programas de deportes, en beneficio de los canales románticos y otros de semejante laya.
Animado por el hecho de que, tras más de no sé cuántos años de bloguerío, esas individuas ensoberbecidas por el hecho indiscutible de su superioridad en las distancias cortas, me han permitido bloguear en la referida estancia, no tuve otra ocurrencia que celebrar la escritura con la preparación minuciosa, para su posterior ingesta, de un combinado de ron, por ver de procurarme la misma suerte que la Pajín. Demasiadas prebendas les debieron parecer, que me mandaron a la cocina.
Es por ello, que en acto de auto desagravio, no tengo por menos que escribirles esto, en contra de mi costumbre de dar cuenta de los libros que he leído últimamente o estoy leyendo, y de lo que me han parecido o me parecen, que ya es el colmo. Actos, que a mí me parecen de suma pedantería, pero que, en ocasiones, están más que justificados. Como en este caso. Si tienen paciencia, verán el porqué.
Ya les anticipo que no les voy a decir los títulos, a menos que me acuerde, porque la biblioteca está a unos pasos, y no tengo ganas de levantarme. De modo que solo les diré de lo que van:
. Historia del pueblo judío. He llegado a Maimónides. Magnífico.
. Una de las últimas novelas de Gore Vidal. Progre pero listo. La estoy empezando.
. Crónicas de la República. Éste lo leo por trozos y a impulsos. Los que lo tengan me comprenderán. Es demasiado “actual” y me pone mal cuerpo.
. La última de Larson, el sueco. Como las anteriores. El trotskista que más ha hecho por el anarcocapitalismo.
. Un par de Pío Moa. Faltaría más.
. La obsesión antiamericana, de Revel. Sin comentarios.
. El de los chicos que dejaron de ser de izquierdas. Absolutamente previsible, por conocido.
. Un ensayo de Payne y en paralelo otro sobre nuestra leyenda negra. Muy conveniente para nuestros pijiprogres. Les dará un patatús, pero urgencias abre las 24 horas del día y...
. Porque las mujeres no saben leer los mapas y los hombres no sé qué, acompañado y en paralelo con una obra sobre el cerebro femenino.
He disfrutado de lo lindo. Tanto, que me he permitido dirigirme al gineceo, para decirles: “Nosotros hemos hecho lavadoras, lavavajillas, secadoras, etc.., ahora os toca a vosotras diseñar un armario con compartimentos de no más de veinticinco centímetros de ancho. Ya es hora de que nos facilitéis la búsqueda de las cosas. Nuestra visión es la que es, a diferencia de la vuestra, tipo gran angular. Y no lo digo por el cotilleo, es que viene aquí”.
No he recibido aplausos de las hormonas alteradas, precisamente.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 14 de agosto de 2009
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