lunes, 1 de octubre de 2018

Gran Torino (en català!)


He tenido la oportunidad de ir a ver la última película de Clint Eastwood, "Gran Torino". Y debo decir que sí, ciertamente, el doblaje es una porquería. Pero no, no piensen que me ha dado un delirio nacionalista y me he pasado al club Tresserras..., a mí el doblaje en el cine no me parece ni bien ni mal, ni propio de sociedades incultas, ni de dictadores ni nada parecido. A mí me parece que el cine es una opción más de ocio privada, y que como tal —privada— han de ser los consumidores los que con la compra de su entrada decidan cómo quieren consumir esa opción.


En mi caso, veo películas con o sin doblaje, con o sin subtítulos. Depende. No suele ser la lengua de exhibición lo que me motiva a ir al cine, sino la película en sí. Apocalipto, de Mel Gibson, era subtitulada. Recaudó en España cuatro millones de euros, cincuenta en los Estados Unidos. Vicky Cristina Barcelona, fue exhibida de tres formas: 5 copias en castellano, 41 en catalán y 15 en V.O. subtitulada al castellano. La rentabilidad de las copias fue la siguiente, para la doblada al castellano, 52.008 euros. Para la doblada al catalán, 10.565 euros. Y para la versión original subtitulada en castellano, 13.447 euros...

Las cifras casan muy bien con los datos que ofrece el Gremi d'Empresaris de Cinemes de Catalunya, que afirman que cuando se proyecta a la vez una película doblada al catalán y al castellano, la audiencia es de promedio del 78,2 % en castellano y del 21,8 % en catalán. Luego el problema no es de la oferta, sino de la demanda. Y aquí es dónde entra el conseller Tresserras, al que no le satisface la actual demanda de ocio en catalán y por eso, siguiendo la habitual política de ingeniería social que tanto les gusta, va a utilizar su dinero, amable lector, y el mío, y el de todos, en aumentar la oferta de cine en versión doblada al catalán o en V.O. subtitulada en catalán.

¿Y cómo lo va a hacer? Pues muy fácil, si no “incentiva” a las “majors”, éstas no estarán por la labor de incrementar costes, así que soltará más dinerito público al sector privado para que lo haga. Pero esto trae un problema, y es que como el espectador pasa de que le “inmersionen” en el cine, los exhibidores van a ver cómo baja su recaudación cada vez más y ya han empezado a protestar. Por otra parte, planean un impuesto sobre el doblaje..., ¿y quién lo va a pagar? ¿Las majors? ¡Anda ya!

Y a todo esto, no les da ninguna vergüenza soltar frases como que “el doblaje va en contra de la autenticidad y de la integridad de la obra artística”, según dijo el Sr. Tresserras en Catalunya Radio. Entonces, ¿para qué quiere doblar al catalán? ¿Para cargarse la autenticidad y la integridad de la obra de arte pero a la catalana? O que con la nueva normativa se busca “garantizar el derecho de los ciudadanos para poder ver cine en las dos lenguas oficiales” ¡Ah...! O sea, que en el ámbito privado se ha de garantizar que los niños puedan ver “El Ratoncito Pérez” en la lengua oficial castellana o “El Ratolí Perez” en la lengua oficial catalana. Pero no que puedan estudiar en las dos lenguas oficiales en el ámbito público. No, de eso nada, que eso segrega a los niños, fomenta la exclusión y la división social y además crecen menos y les salen granos.

Resumiendo, que una vez más en lugar de paliar la crisis, lo que van a hacer nuestros queridos miembros del “Govern” es provocarla. Porque a mí, intervencionismos, los menos. Y como con mi dinero hago lo que me da la gana, pues igual dejo de ir al cine y me pillo la película en DVD, con lo cual los que saldrán perdiendo son los pobres empresarios de las salas de cine, no nuestros gobernantes, que a esos les importa un pito mientras puedan seguir metiendo mano en la caja pública... Y es que, como he dicho antes, cifras cantan. Váyanse a la web del Ministerio de Cultura y verán como la recaudación y el número de espectadores de cine español decae año tras año, mientras que las películas que se realizan aumentan, costándonos una pasta gansa, y la fiesta la pagamos todos.

Y dicho lo cual, me reafirmo. El doblaje de Gran Torino es una porquería. Se salva la voz de Clint, claro, pero la del resto de intérpretes da pena. Y eso sí que me parece mal, pagar por un servicio deficiente, como es en este caso el doblaje: muy deficiente. Lástima, porque la película me ha gustado bastante. ¿Que de qué va? Yo creo que de libertad de elección. Que es de lo que trata este artículo, al fin y al cabo.

Autora: Ángeles Ribes (Firmas invitadas)
Publicado el 30 de marzo de 2009

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