Hoy, como en toda víspera de la Fiesta Nacional, voy a sacar mi bandera, para enseñarla orgulloso en un balcón de mi casa. Digan lo que digan otros y entre ellos, los desconocidos dirigentes de ese partido desconocido, ansiosos por comer en el pesebre de la indignidad, una vez que los sufridos españolitos sin derecho a rescate financiero mandemos a hacer puñetas al Eterno Adolescente, nefasto presidente del gobierno agiotista, dizque socialista y pendenciero.
Mentiría si dijera que siento vergüenza ajena por esos paniaguados de la oposición acojonada con los chisgarabises del peor Gobierno que ha sufrido la Nación desde los tiempos del Primer Felón. Sin embargo, la cuota de vergüenza por actos ajenos ya la cubrí con la contemplación del culo hecho Pepsicola del Jefe de la Oposición, compartiendo partido de fútbol y merienda con quienes día sí y día también insultaban, e insultan, a los que le mantienen en el poco machito que le ha quedado.
Y es que, parece que por obra y gracia de la crisis económica, que en su caso también es moral, el Jefe de la Leal, Sumisa y Villana Oposición se haya olvidado de que somos muchos los que, por no avergonzarnos de nuestra Bandera, hemos sufrido, sufrimos y sufriremos el desprecio de los que sólo se acuerdan de aquella, cuando son convocados por los guardianes del cordón sanitario, para gritar como energúmenos cuando juega la Roja.
No hace falta que le diga Sr. Rajoy que usted puede hacer lo que le dé la realísima gana. Como vamos a hacer muchos españoles el día que seamos convocados a las urnas a elegir a los próximos autorizados a exprimirnos y jugar con nuestro dinero. Y por si no tuviera ya suficientes motivos para no votarle jamás, ese día me acordaré de cómo usted se avergonzó un día de ser español y seguiré haciendo zapping, vagueando en el sofá.
Lo cierto es que, para mayor desgracia de la Nación, han venido a coincidir en la presidencia del gobierno y la cabeza de la oposición un vago pusilánime y un pusilánime vago que, por no querer enterarse no se quiere enterar ni cuando se la cuelan doblá. Y no sé lo que es peor.
Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 10 de octubre de 2008
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