jueves, 6 de septiembre de 2018

Izquierda cambio-climática: nacida para robar


De un tiempo a esta parte, la piji-progresía socialista y occidental, piji-socialista, para entendernos, liderada por la izquierda caviar norteamericana, agrupada en el partido demócrata algoriano, el que solo era capaz de ver en Abrahán Lincoln la estampa de un patético paleto, amigo de los negros, nos viene distrayendo día sí y día no con el cuento alarmista del calentamiento climático global.


Y todo ello, con el ánimo declarado de que los pobres no dispongan de energía barata para dejar de ser pobres y así cortar de raíz la anunciada rebelión de las masas orteguianas, que tanto disgusta a nuestra oligarquía piji-socialista, que todavía hay clases.

Esa oligarquía piji-socialista -a la que se ha unido con inusitada alegría un Bush desnortado, intervencionista y salvador de golfos y estafadores- habiéndole tomado el gusto a vivir a costa de que los pobrecitos pobres sigan siendo igual de pobrecitos pobres, no iba a permitir así como así, que la desaparición del miedo nos hiciera libres, que el alarmismo climático no da para más, y que nos diera por pensar que aquí todo hijo de vecino es tan dueño de enriquecerse como de arruinarse, y que no me salpique. 

Y así, mientras andábamos distraídos con los pedos de las vacas, con las estupendas playas del Manzanares, crecido por la ayuda conjunta del Mediterráneo, Atlántico y Cantábrico, con la frustrada desaparición del Ártico y el deshielo informático de todos los glaciares, la nueva oligarquía socialista de todos los partidos ha decidido que la vía más rápida de acumulación de capital no es la imaginación y el esfuerzo diarios, el mérito y la capacidad, sino el robo a decreto armado, con nocturnidad, alevosía, en cuadrilla, con abuso de superioridad y grandes dosis de mala leche. Eso sí, sin pegar un tiro. De momento.

El caso es que, si atendemos a los antecedentes, corrientes y consecuentes de la crisis que nos invade, es meridiano que aquéllos que se vendían como referentes sociales y guía de los comportamientos públicos, se han revelado como unos auténticos golfos. Porque un auténtico golfo es el que prende fuego a tu casa y luego, mostrándose compungido, pretende que tú pagues los gastos de extinción del incendio. Y para más escarnio, que lo celebres.

Y si bien la cosa no va a tener consecuencias penales, va a ser, ni más ni menos, porque a los políticos de la gran puta no les gana nadie en aplicar aquella máxima que hizo furor entre los cabos del ejército en los años ochenta: a ver si ahora nos vamos a putear entre mandos. Muestra cañí de otros corporativismos más glamourosos y con peores consecuencias.

Hablando de lo nuestro, no me negarán que la cosa patria no manda narices. A la aseveración de los denostados historiadores no académicos, de que en el treinta y seis la república estaba muerta y que Franco se limitó a  derrotar a Stalin en sus ansias de dominación de la península ibérica, los nuevos oligarcas socialistas, herederos partidistas de los bolcheviques del Frente Popular, y genéticamente de los vencedores, en el cénit de su desmemoria histórica, pretenden que Franco era malo malísimo porque en el treinta y seis se levantó, simple y llanamente, para salvar los privilegios de la oligarquía agraria y de la Iglesia Católica. 

Y ahora callan como putas, cuando, en una decisión sin precedentes, el gobierno  bueno buenísimo de los pobres pobres, con el concurso del dizque paladín de las clases medias, toca zafarrancho de combate, para que el ciudadano medio, medio-medio, medio-pobre y pobre-pobre, que madruga y trabaja, parece ser que por amor al arte, les saque las castañas del fuego a los que no han hecho otra cosa en su puñetera vida que vivir instalados en el privilegio.

De modo que, visto lo visto, que no me vengan ahora los piji-socialistas a defender que las situaciones excepcionales se salvan con medidas excepcionales y que al fin y al cabo, la cosa pinta transitoria. Porque lo mismo debió pensar Franco en el treinta y seis y luego resulta que llegó para quedarse, como se quedarán con nuestros cuartos los encorbatados de la nueva oligarquía estatal y socialista de cuarta generación.

 Que manda carallo, que Arias Navarro saliera en televisión hace treinta y tres años a anunciarnos “Españoles, Franco ha muerto” y que ahora vengan un registrador y el nieto del capitán Lozano a decirnos, en medio de una excepcionalidad excepcional, españoles, tranquilos, que Franco no ha resucitado, pero que tocáis a siete mil euros por cabeza, que a Sonsoles también le gustan los collares.

Porque claro, sólo faltaba que nuestro dinero sirva para tapar las vergüenzas de los que piensan que la mejor manera de celebrar el gran timo es volar en jet para arriba y para abajo, gastarse en putas y langostas quinientos mil dólares y encima dar por ello la vuelta al ruedo, que paga el estao.

Una idiotez más de esta naturaleza y me paso con armas y bagajes al anarcocapitalismo más cañero. Que aunque a FJL le parezca cosa de pijos, es una manera como otra cualquiera de no hacer el imbécil que, al fin y al cabo, es de lo que se trata.

Pdta.: Y para que conste, esto no es una entrada de lucha contra la pobreza.

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 15 de octubre de 2008

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