domingo, 23 de septiembre de 2018

Garzón no es más que un mindundi

Como es posible, aunque poco probable, que el No-Juez se cabree con este humilde escribidor de tontunas, ya le anticipo al subidor saltarín de escaleras, que no hay ni puede haber sustancia penal en calificar a un personaje con un palabro que no “existe”. Más que nada, porque es imposible de toda imposibilidad la averiguación o determinación del ánimo con que se ha pronunciado.

Ya me dirá Su Señoría, que habré querido decir si me atreviera a definirle como un michimichi, aunque no se lo merezca. O como un islabó, o islabé, si llegara el caso, que para el caso es lo mismo. El calificado puede pensar lo que estime oportuno, o no pensar.

Por si acaso no se le había ocurrido al maestro Don Carlos Vilas Nogueira, un lujo impagable, no tengo por menos que introducir aquí un palabro, del que ni siquiera tiene noticia la Real Academia Española de la Lengua: mindundi, que decimos de aquel, para mi gusto, que creyendo parecer lo que no es, acaba pareciendo, irremediablemente, lo que es.


Alguien pensará que para ello, retrato de Garzón, está lo de cantamañanas, pero el sujeto de esa naturaleza casi siempre es consciente de su condición y procura disimularla. Y yo no digo que no lo sea, que pudiera o pudiese serlo, lo de cantamañanas, digo, pero en ese caso, se le quedaría corto. Y no es por faltar.

Es por ello, aunque no lo parezca y el DRAE no se atreva a meterse en berenjenales, que  Garzón no es más que un mindundi, diría más, Garzón es el perfecto mindundi, es más, es el  mindundi mejor acabado, el mindundi perfecto, el mindundi niquelado.

Y como el palabro no viene en el diccionario, para cuando venga, yo me acojo a la futura primera futura acepción, si la RAE tuviera a bien encuestarme: un perfecto don nadie, con aires de grandeza.

Más que nada, porque cuando el Presidente del Tribunal Supremo, que a su vez lo es del Consejo General de Poder Judicial, se junta en una cacería con el Ministro de Justicia, la cosa se ve como un síntoma de normalidad institucional, que menos, pero, cuando quien coincide en esa cacería, en esa misma cacería, con el Ministro de Justicia, es un mero y simple Juez Instructor, la cosa tiene apariencia de delito. De algunos.

Ya les digo, es lo que tiene ser un mindundi

Autor: Carlos J. Muñoz
Publicado el 13 de febrero de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios moderados.