miércoles, 12 de septiembre de 2018

De ridículo a trágico

"Funcionari" de la "Generalitat" catalana, en el momento de darle a la palanca de la máquina de traducir el "Diari Oficial" (Adviértase la alegría y la soltura del "responsable")

O de trágico a ridículo, que en cualquiera de las dos formas podría titular este comentario. Lo cierto es que lo miren por donde quieran, la noticia no tiene desperdicio. El día 2 de diciembre, publicaba El Mundo que la Generalitat había catalanizado los nombres y apellidos de diversos funcionarios del Departamento de Justicia. Como una es de natural malpensada, lo primero que se me ocurrió es que debía de haber algún tipo de error, quizás una broma, quizás un malentendido que le podían haber colado al periódico.

Así que me dispuse a bucear en las procelosas aguas del “Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya”, encontrando el que buscaba, el número 5258 de fecha 14-11-08. Confieso que nunca se me había ocurrido comprobar la traducción catalán/castellano del DOGC. Por más que se nos acusa a los de Ciudadanos de malquerer la lengua de Verdaguer, servidora siempre se ha leído el DOGC en catalán. A partir de ahora lo leeré en las dos lenguas, porque los resultados son de lo más llamativo.


No voy a citar los nombres completos de los funcionarios que, pobres, bastante tienen, pero les dejo algunas ridículas perlas. Veamos varios apellidos: Calvo pasa a ser Calb; Cruz, Creu; Seres, Èssers; Navarro, Navarrès; Otero, Turó;  Palo, Pal; Mesa, Taula; De los Riscos, Dels Cingles... y ridículo es poco, porque pasar de llamarse Erice a Estarrufí roza lo grotesco. De Hidalgo pasamos a Gentilhome y así todos. Y los nombres siguen la tónica, como ya se pueden imaginar.

Lo trágico del caso es que una de dos, o nadie se revisa las traducciones del DOGC, lo cual ya es bastante grave de por sí, o hay órdenes explícitas de catalanizar en lo posible a todo aquel que pase a depender de la Generalidad. Porque, la verdad, cientos de millones gastados en política lingüística y años de inmersión para que nos digan que es un fallo del traductor automático... ¿Acaso el DOGC se redacta en castellano y luego se pasa por el traductor al catalán? ¡Anda ya!

En la presentación de las "parejas lingüísticas", D. Artur Mas, presidente de CiU, explica que "para lograr la perfecta integración en esta sociedad y pasar a tener con el paso del tiempo los mismos derechos que los catalanes, es necesario asimilar el idioma del país". O sea, que aquel que hable en castellano en Cataluña no debería tener los mismos derechos que los catalanoparlantes. Menudo tufo a totalitario se desprende. El mismo aroma que desprende el traductor, no se si automático, del DOGC.

Así que ya saben. El buen catalán no sólo debe renegar de su legítimo derecho a utilizar la lengua oficial del Estado, sino que asistirá impasible a la catalanización de todo su ser, empezando por los apellidos que le dieron su padre y su madre. Porque para la Generalidad, los apellidos castellanos son vergonzosos y deben ser cambiados, al igual que su realidad social. Abjure de sus orígenes si no son "dels nostres", ya que si su familia es originaria de Andalucía, Aragón, Extremadura... debe convertirse rápidamente. Y si no puede presumir de pureza de sangre, al menos hágalo de convencimiento en la inmersión de los “Països Catalans”. Haga de “Jaume I” su referente primigenio, de la ele geminada su referente lingüístico y de la Nova Cançó su referente musical. Y no proteste, o se le considerará un colono, un inadaptado y un impropio.

Y mientras tanto, los juzgados catalanes colapsados, los funcionarios saturados y mal pagados, las instalaciones dignas de lástima y el sistema informático... en fin, mejor lo dejamos. Porque lo que de verdad importa es que una no se llame Vila, sino que se apellide La Vaig Veure, que hasta ahí podíamos llegar, españolazos intolerantes.

Autora artículo: Ángeles Ribes (Firmas invitadas)
Publicado el 5 de diciembre de 2008

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