sábado, 29 de septiembre de 2018

De nuevo se evidencia la fechoría polí­tica en Cataluña


Se acaba de conocer, con imagen incluida, una nueva prueba de lo que supone el opresivo nacionalismo en Cataluña, no importa si éste se define a sí mismo como nacionalista, caso de CiU y ERC, o si se declara socialista como hace el PSC, pero su carácter amontillado, es decir, interesadamente converso a la ideología del partido único, en la práctica le lleva a comportarse como el más radical de los nacionalismos. Pues bien, esa prueba visual a la que aludo nos confirma de modo fehaciente que el Régimen político imperante en el pestilente “Charco amarillo” de la política catalana —definición antónima de lo que alguien, a fin de hacernos comulgar con una placidez ilusoria, definió como “Estanque dorado”— no se corta un pelo a la hora de censurar una mini campaña informativa que pretendía informar a los ciudadanos, a través del anuncio en una línea de autobuses, sobre su posibilidad de elección respecto al idioma en la enseñanza. Una opción respaldada, además, por la sentencia del Tribunal Supremo, de fecha 12-12-2008, de la que igualmente se pretendía informar.


¿Cuál es la razón alegada para que, con semejante descaro, se censure un anuncio de lo más pertinente? La respuesta que dan estos totalitarios —no me refiero a la empresa publicitaria, sino al Ayuntamiento de Barcelona y, por extensión, al PSC de Montilla— es que el mensaje puede provocar la “polémica”. Sí, como lo leen, no estoy exagerando un ápice. La posibilidad de que el ciudadano catalán observe el paso de un anuncio que le informa de sus derechos —paso solamente por algunas de las calles de Barcelona, ya que evidentemente no se trata de una campaña masiva en televisión que pudiera llegar a toda Cataluña— resulta “polémica”, y por lo tanto todo un argumento en contra, para quienes llevan décadas conculcando la ley lingüística que ellos mismos crearon y son los primeros que no cumplen.

Polémica, señores nazis —título ganado a pulso por vosotros como consecuencia de un comportamiento tan injusto como ilegal—, es la actitud abusiva y liberticida que se da en esa querida región de España sometida a vuestra férula. Polémica, so delincuentes políticos —quien incumple con reiteración la ley entra de lleno en la condición de malhechor—, es que vuestra transgresión continuada de la ley no os haya llevado ya al ostracismo político o directamente a la cárcel. Ya lo dijo el clásico: “Todo delito se hace más o menos grave según sea la jerarquía del criminal”. De modo que cuando se delinque desde lo más alto del poder, como sucede en Cataluña, el delito es doblemente condenable. Cuanto más, al decir de Nietzsche, si esas transgresiones se cometen desde unas instituciones creadas, paradójicamente, para velar por la igualdad y la libertad de los ciudadanos. 

Autor: Policronio
Publicado el 16 de marzo de 2009

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