Mitt Romney, candidato a la presidencia de los Estados Unidos en 2008 (sin que resultara elegido) y en la actualidad (2018) candidato al Senado por el Estado de Utah. |
Una vez descartado al liberal Ron Paul, al que las encuestas para las elecciones norteamericanas cada vez le dan menos opciones y a mí, desde luego, no me “hace el peso”, lo deseable es que el candidato republicano a la Presidencia pase a ser Mitt Romney, que anuncia importantes recortes de impuestos e incluso un tipo impositivo “0” para amplias capas de la población norteamericana. Y es que convendrán conmigo nuestros colegas de Red Liberal, incluso los que nos fijan el listón de la liberalidad casi exclusivamente en función del grado de consentimiento que declaremos a la hora de aceptar las drogas libres, que no hay nada más liberal —en lo económico, por supuesto— que dejarles el dinero en el bolsillo a los ciudadanos.
Otra razón más para secundar la candidatura de Romney es que ha manifestado una postura clara en apoyo de las tesis del ex presidente Aznar, al que ha citado, respecto al nuevo papel que debería desempeñar la OTAN, organización en extremo obsoleta en cuanto a sus objetivos actuales, los cuales deberían ser reconducidos mediante la reforma necesaria y adaptados a frenar la radicalidad del mundo islámico, el peor enemigo cierto y hoy casi único del mundo libre tras la caída del Muro. Al respecto, Romney sostiene que el nuevo papel de las naciones occidentales es ayudar a llevar a cabo medidas que conduzcan a los países islámicos hacia la moderación. Y algo así debe hacerse mediante el imperio de la ley, la educación o políticas económicas adecuadas, porque en tales condiciones “los musulmanes pueden [llegar a] rechazar el extremismo”.
No es menos importante en la candidatura de Romney, al menos para el punto de vista de un liberal-conservador como es mi caso, su deseo de “mantener segura América”, porque sin una USA que imponga cierto respeto a la pandilla de tiranos de todo pelaje que en nuestros días proliferan, esos que van asaltando el poder en las más diversas áreas geográficas de nuestro planeta y no poseen intención alguna de perderlo en largos años, el virus del populismo —socialismo de garrafa— o del radicalismo musulmán podría llegar a extenderse como una pandemia liberticida. Aún más de lo que está. Y claro, Europa sigue siendo un cero a la izquierda en las cuestiones de seguridad, lo suyo es la moralina “civilizatoria” y el que nos defiendan otros si se tercia.
En el tema de la emigración ilegal en los Estados Unidos, que afecta a más de 12 millones de personas, la postura de Romney, basada en su incondicional apoyo a la inmigración legal, es la que me parece más sensata para cualquier nación que desee evitar el aumento de la delincuencia y los focos de marginalidad, ya que su rival más directo y el que extrañamente hoy cuenta con más opciones de ser proclamado candidato republicano a la Presidencia, el anciano senador McCain, al parecer pretende, aunque lo niegue sin mucha convicción, una especie de “papeles para todos” al más puro estilo zapaterino. Y hasta tal punto ha caído McCain en la frivolidad de querer legalizar a tanta gente de una misma tacada, lo que sin duda alguna representaría el consabido efecto llamada —otros 10 o 12 millones de ilegales en un par de años—, que no hay candidato demócrata que no respalde el proyecto McCain.
En el tema de la salud, a diferencia de otros candidatos demócratas —pongamos por ejemplo a la señora Clinton—, los cuales se muestran propensos a crear una especie de Seguridad Social a lo grande y dependiente del Gobierno federal, Romney es un auténtico liberal que promueve igualmente el seguro médico generalizado, si bien en el mercado libre de la sanidad, mucho más eficiente que el burocratizado monstruo a cargo de la “Cosa Pública” en cualquier otra nación. Aquí en España, por ejemplo, no hay más que preguntarle a cualquier funcionario del Estado, únicos con posibilidad de elección, si en el aspecto sanitario prefiere a la Seguridad Social (en cualquiera de sus versiones autonómicas) o bien prefiere MUFACE. La respuesta en pro de la segunda opción será apabullante y sin duda alguna irá acompañada de una carcajada.
Finalmente, en este primer apunte del candidato Romney, no quisiera dejar de destacar su punto de vista respecto al aborto: “Estoy a favor de la vida. Creo que el aborto es la peor opción posible, salvo en casos de incesto y violación, o para salvar la vida de la madre. Ojalá que más estadounidenses estuvieran de acuerdo y que las leyes de la nación reflejaran este punto de vista. Pero mientras la nación siga dividida en este tema, considero que los estados, a través de procesos democráticos, deben determinar sus propias leyes de aborto sin que sean dictadas por mandato judicial”. Es decir, Romney da su opinión en un tema tan polémico, pero deja en manos de los estados decidir al respeto y democráticamente. Lo que me parece una postura liberal.
¡Ah!... sí, Romney es mormón. Pero a quién le importa la fe de cada uno si ésta va acompañada de valores sólidos, integridad moral y amplia eficacia demostrada, tanto en la gestión privada de empresas como en la faceta de administrador público del estado de Massachusetts. ¿No?
Autor: Policronio
Publicado el 8 de enero de 2008
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